El hermano Manuel Javier Peña Echevarría ayer en su plegaria instó a "no cejar hasta conseguir que ninguna mujer sea ignorada, humillada, golpeada o menospreciada en su trabajo, en su vida diaria o en su dignidad".

El jefe central de Recursos Humanos y Formación de la Dirección General de la Policía, postrado de rodillas ante el Cristo de las Injurias, inició su intervención, donde combinó las creencias religiosas con los problemas sociales actuales, con unos versos del tabarés León Felipe.

El cofrade del Silencio pidió "superar la creciente falta de convicciones". "Necesitamos recordar, rescatar del olvido tantas enseñanzas que nuestros mayores nos transmitieron en esos días". Ellos "nos enseñaron que tú, Cristo Injuriado, eres todo bondad, todo perfección, el sumo amor en medio de un mundo que tal vez hoy más que nunca se va paganizando a nuestro alrededor con otros dioses".

El cofrade atestiguó que "nos cuesta en demasiadas ocasiones acercarnos a ti, ¡qué cerca de nosotros estás siempre y que lejos te situamos a menudo! Nuestra vida nos empuja, las circunstancias nos obligan, la vida diaria nos distrae y no encontramos o tal vez no buscamos", expresó. "Sé que nos buscas, que nos miras, que a todos nos escuchas y nos hablas de una forma especial, sobre todo a nuestros hermanos menos visibles".

El hermano, que reconoció que "le faltaban palabras a la lengua para los sentimientos del alma", suplicó ante el impresionante Cristo que "nos fortalezcas en la fe; en el día a día de nuestra vida cristina" porque "necesitamos tu apoyo y tu ayuda para que no dejemos en su soledad a las personas más débiles (...) a todos los seres humanos que sufren y que consideramos diferentes". "Estamos obligados (...) a aportar el amor fraterno fundamento de tus enseñanzas y mandamientos", remarcó.

Peña Echevarría, cofrade del Silencio desde hace varios lustros, reconoció que "es día de rezarte, de alabarte pero, sobre todo, de mirarte. Mirarte para comprender tu martirio y buscar el sentido que el mismo tuvo y tiene para nosotros" y continuó: "Que tu sufrimiento nos enseñe a velar, cuidar y apoyar a nuestros enfermos y nos de la fe necesaria para encontrar el verdadero sentido para los que ya solo viven en nuestro corazón".

En su oración este hombre de profundas convicciones rogó al Crucificado que "ningún niño sea abandonado, maltratado, perseguido y asesinado, que con nuestro esfuerzo y tu ejemplo seamos capaces de conseguir para todos los niños nuevos y mejores horizontes". La violencia yihadista también tuvo cabida en las palabras de este policía. "Ayúdanos a alejar el odio y la sinrazón de la terrible violencia que azota nuestra sociedad y a nuestros hermanos en la fe en el nombre de otras creencias", aseveró al tiempo que solicitó "fortaleza, unidad y fuerza para enfrentar el fenómeno y ser justo en su respuesta y danos la capacidad y la entereza necesaria para perdonar".

Este zamorano, que a lo largo de su vida ha vivido en más de una docena de ciudades por su trabajo pero que regresa a su tierra en Pasión, no dejó la oportunidad de pedir por Zamora. "Nuestra pequeña tierra se desangra año tras año en una realidad económica y social de difícil esperanza. Apoya e ilumina en su esfuerzo a nuestros hombres y mujeres, esos que luchan de manera esforzada, de manera sincera y sentida, de manera coherente y consecuente por cambiar dicha realidad".