El Santo Ecce Homo es uno de los símbolos de la Semana Santa de Toro, no sólo porque fue la única imagen que sobrevivió al virulento incendio que en 1957 arrasó la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina, sino por la devoción y fervor que sienten los cofrades y todos aquellos que tienen la oportunidad de admirar su belleza y realismo. Este icono de la Pasión volvió a recorrer ayer las calles de la ciudad en un traslado procesional que, desde el año 1998, organiza la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla en la noche del Martes Santo y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los desfiles más emotivos porque, en parte, evoca los orígenes de la celebración. Las agradables temperaturas registradas ayer en la ciudad contribuyeron a que numerosas personas se congregaran en las calles toresanas para admirar al Santo Ecce Homo, imagen del siglo XVII y de autor anónimo, que representa a Cristo atado a la columna y que, tras ser azotado, muestra el escorzo de su espalda doblada por el dolor, aunque parece buscar con su mirada a sus agresores para redimirlos y perdonarlos. Minutos antes del inicio del traslado procesional, los hermanos de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, ataviados con túnica, dogal y rosario, se reencontraron en el interior de la iglesia del convento de Santa Clara donde los abades en ejercicio solicitaron a las reverendas madres clarisas permiso para que la imagen del Ecce Homo pudiera abandonar los muros del monasterio que lo custodian y protegen durante todo el año. Tras recibir la preceptiva autorización para iniciar el traslado, los hermanos escribanos solicitaron a los abades permiso para organizar la procesión, momento en el que las religiosas, apostadas detrás de una rejilla, se prepararon para despedir con sus cánticos al Santo Ecce Homo.

Como cada año, los cargadores demostraron su pericia a la hora de traspasar el atrio del convento, en cuyas inmediaciones esperaban numerosas personas que quisieron revivir uno de los momentos más emotivos de la Pasión: la salida de los pasos que procesionan el Martes Santo. Abrió el desfile la imagen del Jesús del Perdón, seguida de cerca por el Santo Ecce Homo y, a pocos pasos, se sitúo la Cruz Desnuda adornada con sudario de encaje. A diferencia de años anteriores, el Santo Ecce Homo no pudo reencontrarse ayer con la imagen de la Virgen de los Dolores que, en pasadas ediciones de la Pasión, esperaba su paso por la plaza de San Julián para unirse al desfile y, como madre, compartir el sufrimiento de un hijo.

Por la falta de cargadores, este año se ha decidido que la Virgen de los Dolores, no participe en los desfiles del Martes y el Viernes Santo, decisión que ha privado a los toresanos de admirar esta bella imagen que tampoco pudo desfilar el pasado viernes por las lluvias. La notable ausencia de la Virgen de los Dolores no restó solemnidad al traslado procesional celebrado en la noche de ayer que discurrió, al ritmo marcado por la Banda de Música La Lira, por la calle El Sol, plaza de Santa Marina, Puerta del Mercado, Plaza Mayor, plaza Bollos de Hito, San Lorenzo, Rejadorada, Rúa de Santa Catalina y plazuela de Jesús Nazareno y la Soledad, para recogerse en la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina, en la que las imágenes permanecerán hasta la madrugada nazarena del Viernes Santo cuando volverán a procesionar. La cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla revivirá hoy, a partir de las 19.00 horas, el tradicional acto de "vestir santos" que quedarán dispuestos para procesionar y, acto seguido, los abades obsequiarán a los abades viejos con el tradicional bacalao.