El teatro Ramos Carrión vivió ayer en directo la puesta en escena de una auténtica batalla dialéctica ayer en la asamblea de Jesús Nazareno a cuenta del relevo del jefe de paso del paso más emblemático de la hermandad, el de Jesús Camino del Calvario, el popular "Cinco de Copas". El presidente, José Calvo, explicó los motivos de la pérdida de confianza que le llevaron a la destitución de Federico de los Ríos como jefe, entre otras cosas el "despido" de un cargador por haber participado en la procesión de la Vera Cruz y sin atenerse a los estatutos y los problemas de colocación de los honoríficos que van detrás del paso.

En el turno de ruegos y preguntas intervino el propio Federico de los Ríos, amén de otros cargadores, denunciando la actitud dictatorial del presidente, que no sólo cesó al jefe de paso sino que además convocó elecciones para elegir al nuevo en tan solo una semana, en pleno verano, cuando buena parte de la plantilla, siete de los 33 hermanos de paso estaba de vacaciones, según ellos para que saliera su candidato. Calvo sin embargo, explicó que estatutaria y reglamentariamente podría haber designado a dedo al jefe de paso, pero prefirió convocar elecciones y nombró al que salió elegido, Raúl Aragón. El debate se agrió por momentos y surgieron acusaciones incluso de amaños para manipular la lista de espera para cargar en el paso, lo que obligó a intervenir a Toño Pedrero, el hijo del que fuera responsable del grupo, Virgilio Pedrero, quien acusó al presidente de mentir "para salvar tu culo". Por otra parte el presidente se mostró tranquilo por la demanda presentada por su antecesor, Miguel Ángel Hernández, al que calificó de "lamentable y rastrero", ya que todo lo que dijo sobre el desorden del traspaso de documentación es cierto y la publicación del acta en un boletín interno de la cofradía no contraviene la ley de protección de datos. Calificó de "intolerables" unas declaraciones del hermano Teo Hernando en su calidad de presidente de la Vera Cruz en las que venía a decir que la cofradía se había vendido a cambio del Barandales de Honor para su banda de cornetas y tambores. E incluso un hermano abroncó al capellán, José Francisco Matías por hacer mal su trabajo, ya que con más de once mil hermanos no llegan a 80 los que van a la misa de difuntos.