Hace exactamente cinco años, el historiador Miguel Mateos defendía de forma pública y con argumentos de peso la creación de una procesión magna para la Semana Santa de Zamora, una especie de viacrucis con unos ingredientes de primer orden -Zamora es la única Pasión que recoge en sus pasos las escenas bíblicas de Jesús camino del Calvario- y un doble objetivo: relanzar las procesiones tras el declive del siglo XXI -la ciudad se ha visto neutralizada por celebraciones como Medina del Campo o Ávila- y generar un nuevo impulso económico, el de los turistas que se quedarían (¿o vendrían?) el Sábado Santo, jornada de despedida y cierre de la fiesta zamorana por antonomasia.

Entonces Mateos reconocía que la idea no era nueva. Siempre ha flotado en el debate semanasantero cómo "completar" la Pasión, qué más se puede hacer para explotar al máximo la celebración que supone, el ámbito del turismo y la hostelería, un tercio de la facturación de todo el año. Hace exactamente sesenta años, la sociedad zamorana asistió al debate de la "procesión gigante" del Sábado Santo. Entonces, lo recogió la publicación Merlú, en el número de 1958, como una inquietud popular, sobre el que los responsables de las cofradías ya habían reflexionado.

Los argumentos que el entonces presidente de la Junta pro Semana Santa exponía pueden calcarse en la actualidad: pocos cambios ha habido en el ámbito de las procesiones. Marcelino Pertejo, entonces presidente del órgano, enunciaba los inconvenientes de la iniciativa. La posibilidad de desplazar el turismo hacia el Sábado Santo, un solo día, y el daño que eso podía causar a los días centrales de la Semana Santa, por un lado. Por el otro, los detalles físicos, logísticos. ¿De dónde podría obtenerse a un número de cargadores suficiente para llevar a hombros superior a la decena? Para entender la dimensión de la pregunta, solo hay que reflexionar sobre el cansancio de los hermanos de paso tras los días centrales de la fiesta: algunos de ellos, además, son porteadores de varias imágenes en días consecutivos. Pertejo apuntaba también a la imposibilidad de las hermandades de acudir a la procesión magna.

Medio siglo más tarde, Mateos recuperó el viejo debate, la eterna quimera, para darle sentido renovado, aunque reconocía que los detalles tenían que resolverlo "los de la Semana Santa". En esencia, la idea era la misma: la recreación de las escenas claves de la Pasión en una sola procesión. Zamora ya había demostrado su singularidad: es la única que tiene "esculpidas" todas las escenas las páginas de la Biblia. La celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) lo subrayó en 2011, al elegir La Crucifixión -la excelente escena recreada sobre la cruz por Ramón Álvarez- como uno de los pasos del Vía Crucis que bendeciría el papa Benedicto XVI.

Mateos razonaba que dicha procesión no tenía que suponer la creación de una nueva cofradía, sino que se nutriría de cofrades diversos hasta superar el millar para acompañar a las imágenes. Lo más original entonces fue la propuesta del lugar de paso del desfile: en lugar del marco histórico de la ciudad, el paisaje modernista creado a finales del siglo XIX y principios del XX por la burguesía: el modernismo. Todo un homenaje a quienes, con su prosperidad, contribuyeron al brillo de la Semana Santa de Zamora. Incluso llegó a hablar Mateos de un digno recorrido por San Martín o el Castillo, fortaleza ajena al discurrir semanasantero.

Lo más jugoso de ambas propuestas estaba, como un juego de niños, en decidir qué pasos formarían parte de la magna procesión. Los mejores, por supuesto, como Jesús Caído o Redención. Y aquellas escenas singulares que solo tiene Zamora, como La Crucifixión, La Elevación o El Retorno del Sepulcro. El debate continúa, igual que la eterna aspiración de un Vía Crucis que corone la Pasión zamorana.

Lo que es más difícil de establecer es la idoneidad del desfile. Hace un siglo comenzaron a fundarse en Zamora las cofradías que impulsaron de forma definitiva la celebración, que venía de enriquecerse con la mano de Ramón Álvarez. Pero, ¿tendría el mismo efecto esa magna procesión que el Silencio o el Yacente en su momento?