El historiador José Luis Hernández Luis ha dedicado los dos últimos años de forma altruista a elaborar el libro "La Hermandad de Jesús en su Tercera Caída. Historia y patrimonio", junto con Juan Carlos Izquierdo y David Rivas. Se trata de un trabajo "serio" y necesario para conocer los orígenes y la evolución de la cofradía desde distintos puntos de vista. Los hermanos han comenzado esta semana a recoger su ejemplar -se han editado 2.300 libros- y podrán seguir haciéndolo en la sede hasta el 12 de mayo.

- ¿Cómo surgió la obra sobre la historia de La Tercera Caída? ¿Fue un encargo?

-No fue un encargo, sino una propuesta nuestra a la cofradía. La idea surgió por mi parte en la asamblea de La Tercera Caída de 2015. Me pareció interesante crear una obra seria sobre la historia de la cofradía y su patrimonio coincidiendo con el 75 aniversario. Fue un planteamiento sencillo con tres patas: la historia, el patrimonio artístico y la música. Con ese pensamiento en la cabeza, hablé dos amigos: Juan Carlos Izquierdo, un apasionado de la Semana Santa y especialista en arte y David Rivas, profesor de música, para abordar estas dos partes.

- Parece que en Zamora nos puede la emoción y los detalles rigurosos sobre la historia quedan en segundo plano. ¿Está de acuerdo?

-Las cofradías históricas ya cuentan con estudios rigurosos. El Santo Entierro, a cargo de Florián, y Jesús Nazareno y La Vera Cruz, con trabajos de José Andrés Casquero y Miguel Ángel Jaramillo. Pero es verdad que abunda la anécdota. La Tercera Caída era muy interesante para su estudio, sobre todo, por su vinculación con el franquismo.

- La Tercera Caída no se ha quitado aún el sambenito de los "excombatientes", ¿cómo surgió la hermandad?

-Surge de un grupo de excombatientes del bando nacional que quieren mantener sus lazos de unión. Son forofos de la Semana Santa y lo hacen en un contexto de religiosidad impulsado por el régimen, el nacionalcatolicismo. Nace como una herramienta para mantener la cohesión de grupo, un colectivo privilegiado en la época por su influencia, no política, pero sí social y laboral. También fue una herramienta apoyada desde el régimen para recordar la victoria en la Guerra Civil. Uno de los argumentos del franquismo es su triunfo, que habría de ser recordado. Lo devocional era secundario.

- ¿Estaba en segundo plano?

-En el libro contamos cómo hasta que no transcurre casi un año después del acta fundacional no tienen claro el nombre ni la advocación de la hermandad, que acaba siendo Jesús Caído. Otras cofradías nacen en torno a una imagen, pero esta no.

- ¿Jesús Caído era una metáfora?

-Desde luego que tiene que ver con los caídos, los muertos del bando nacional. La mayoría de hermandades de este tipo buscan nombres como "Jesús Preso", "Jesús Cautivo" o, como esta, "Jesús Caído".

- ¿Cómo se determinó la indumentaria y el anagrama?

-El anagrama es muy significativo. Está inspirado en la cruz laureada de san Fernando, la máxima distinción militar española en tiempos de guerra, sustituyendo los laureles por la corona de espinas. En cuanto a la indumentaria, no hemos localizado un documento escrito que lo explique. La tradición oral indica que se inspiraron en modelos andaluces. Primero se hace de raso negro y después hay varias propuestas de cambio. En 1948 se introduce la capa blanca con el anagrama rojo bordado en el hombro, una combinación espectacular para la Semana Santa de Zamora.

- Hoy La Tercera Caída es la cofradía de San Lázaro, ¿estuvo presente este nexo desde el principio?

-La vinculación con el barrio no surgió en un primer momento. Ni siquiera está claro por qué escogieron la parroquia de San Lázaro como sede canónica. Todo apunta a que es una especie de utilización de la memoria. Este barrio, en los años treinta, era uno de los de mayor militancia obrera junto con otros como Olivares. Hubo una represión grande en la zona y quizá deciden instalar la cofradía allí, para recordar a los vecinos quienes habían ganado la contienda. En el libro también se apunta que en los primeros años apenas aparece nadie de San Lázaro, casi todos los hermanos proceden de la pequeña burguesía que vive en el centro o el ensanche de la ciudad. La cofradía arraiga en el barrio en pocos años con la aparición de los primeros vecinos que se apuntan. Cuando a partir de 1945 se abandona la idea de una restauración monárquica, la sociedad se acomoda al régimen franquista y esto influye en dicho arraigo.

- Por lo que cuenta, la principal originalidad de la hermandad es que se va haciendo a sí misma. Hasta el desfile de la primera imagen parece improvisado, ¿pidieron a Jesús Nazareno el préstamo del Jesús de La Caída?

-Desde el primer momento cuentan con la Junta de Fomento -actual Junta pro Semana Santa-, las primeras varas son de la Vera Cruz y el Cristo de la Caída se lo cede Jesús Nazareno los cuatro primeros años. Hay una figura fundamental en la época, Antonio Alonso, presidente del órgano de hermandades, que apoya decididamente a La Tercera Caída.

- Hoy tenemos una hermandad muy variopinta en el aspecto artístico, ¿cómo fue la evolución interna?

-Al principio, la hermandad pasa por problemas económicos, la túnica era cara? pero tienen el apoyo del régimen, que les financia. Los dos pasos principales -Jesús Caído y La Despedida- fueron pagados desde el sistema. Las penurias iniciales las van superando hasta alcanzar en los años cincuenta la etapa de esplendor. En los sesenta y setenta el problema económico y demográfico llega incluso a amenazar su continuidad. Encuentran cierto rechazo y existe un problema generacional grande. A la muerte de Franco, está a punto de desaparecer.

- ¿Cómo se van incorporando nuevos elementos artísticos?

-Existen dos etapas en el patrimonio de la hermandad. En la primera, durante el franquismo, se constituye el patrimonio imaginero. En la segunda, fase moderna, se incorporan los elementos de arte contemporáneo de José Luis Alonso Coomonte. Fue un proceso casi de refundación. La cofradía no tenía nada que perder y fue pionera en desfilar con estos elementos, mientras otras han sido reticentes a los cambios. También fue pionera en crear una banda de clarines y tambores propia, en volver a los pasos a hombros y en enseres que hubieran chocado en otras cofradías: las cruces, la cruz de yugos, la corona de rejas? Puro contraste con la estética barroca de los inicios, algo que ha encajado bien.

- Hoy nadie creería en que la cofradía estuvo a punto de desaparecer si se tiene en cuenta el ingreso de muchos hermanos jóvenes, ¿verdad?

-Es otro de los puntos fuertes del trabajo. En sus peores momentos, la cofradía tuvo 200 hermanos. Hoy tiene 2.040. La media de edad está en unos treinta años. Hubo un salto generacional, de gente mayor a jóvenes. Y eso ha sido debido al fenómeno identitario, cuando la Semana Santa se ha convertido en un elemento simbólico de Zamora, por encima de la cuestión religiosa claramente. En una sociedad cada vez más global buscamos nuestras raíces y estas instituciones resurgen.

- ¿Una gran metamorfosis?

-De la época inicial queda el logotipo y el apelativo de "excombatientes" que utilizan las personas más mayores. Hoy, no tenemos nada de aquello y sí hay una enorme pluralidad de pensamiento. En el libro teníamos claro que no íbamos a ocultar ni ensalzar nada.

- Después de tantos cambios, ¿cuáles son los retos de futuro?

-El cambio que nos queda para entrar en el siglo XXI es el ingreso de la mujer: deberían entrar ya por sentido común. No se puede discriminar a ninguna persona por razón de su sexo ni escudarse en la tradición ni en la historia. La tradición obedece a una determinada sociedad y momento. Deberían entrar de forma natural. Como hermano, no me gustaría ser el último reducto, aunque hay otros hermanos que no piensan igual y falta una labor pedagógica.