Mantener el Museo donde ahora se encuentra posee muchas ventajas, la más importante de las cuales es la centralidad que tiene, en pleno corazón del Casco Antiguo y el hecho de que permita mantener los itinerarios a las numerosas procesiones que buscan esa referencia para la salida o llegada de los desfiles. El único problema que tenía esa ubicación era solventar la adquisición de las propiedades colindantes, asunto que parece estar ya avanzado en su resolución. Cualquiera otra de las opciones barajadas o bien se alejaba mucho de esta ubicación ideal en el corazón del Casco Antiguo o, como la de San Martín, obligaba a complicadísimas piruetas urbanísticas que no contaban con el visto bueno ni del Ayuntamiento ni de la Junta de Castilla y León. Los intentos anteriores para hacerse con estas propiedades anejas, para lograr una ampliación del Museo que permitiera solventar la evidencia de que se había quedado pequeño para tanto grupo escultórico, habían fracasado por cuestión del precio. Los responsables de las cofradías optan, además, por un proyecto más ambicioso al de la mera ampliación, un edificio de nueva construcción, de arquitectura singular y una concepción museística más moderna que la actual, concebida más como un almacén de pasos visitable, aunque eso sí, las actuales instalaciones cuentan con los sistemas de conservación adecuados para el patrimonio semanasantero de la ciudad.