La presencia de numerosísimos diminutos congregantes ha sido la consecuencia más llamativa de al apertura de listas de Jesús Nazareno, que ha visto así revitalizada la procesión de la madrugada del Viernes Santo. Han sido 1.800 los cofrades que han tomado parte de la procesión en el camino de ida (de la vuelta aún no disponemos de datos) y parece que se empieza a lograr el objetivo de rejuvenecer la hermandad y engrosar las filas para acompañar a los pasos.

El capellán de la hermandad, José Francisco Matías Sampedro, apeló en sus palabras en San Juan, retransmitidas en directo a toda la Plaza Mayor, del binomio de verdad y justicia y animó a los cofrades a acompañar con valentía el camino del Nazareno. Acabada la plática la Banda de Jesús Nazareno rompía con los tambores la madrugada y provocaba el éxtasis con un mar de cruces en alto, que desde momentos antes cantaban a capela el Thalberg. Poco tardaría en sonar la marcha, interpretada por la Banda de Zamora para que los cargadores de Jesús Camino del Calvario se lucieran con el famoso baile, un año más.

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Semana Santa en Zamora: Jesús Nazareno

La procesión se ponía en marcha sin mayores problemas, aunque hermanos y público detectaron cierto parón en al subida por Santa Clara, que fue fruto de ajustes organizativos normales, sin que ocurriera nada raro.

Llegaron los pasos a las Tres Cruces, abarrotada de gente que rompe en este lugar la costumbre y no se corta en ovaciones cuando la Virgen de la Soledad, al regreso, recibe la reverencia del resto de los pasos. Se aplaude incluso a la llegada, el término de la maniobra para dejar los pasos en su lugar de descanso.

Sea como fuere el hervidero de gente que disfrutó con los cofrades del descanso de las Tres Cruces y el posterior arranque de la procesión se va consolidando. La procesión discurrió con normalidad y eso que hubo un desajuste clamoroso en Príncipe de Asturias. Este año en lugar de pasar al regreso por La Marina la cofradía había decidido un cambio de itinerario para pasar por Príncipe de Asturias. Sin embargo, hubo algún malentendido y no se retiraron los coches de ese tramo. Cambiar a la gente que estaba colocada ya en el tramo que figuraba en los itinerarios oficiales era también complicado y no hubo otro remedio que tirar para adelante y compartir durante un tramo la procesión con coches aparcados, que no es lo más estético pero tampoco produjo demasiados problemas dada la anchura de la calle.

La procesión tenía otro cambio de itinerario, desde la Plaza Mayor al Museo, que recuperaba el camino por Ramos Carrión y Barandales. En la entrada al Museo, de nuevo, se repitieron los aplausos, aunque en este momento final está mejor considerada esta muestra de júbilo en la austera Semana Santa capitalina.