Benicio Rodríguez González, alistano de pura cepa, natural de Riofrío, claretiano y uno de los religiosos más queridos de Aliste pronunciará mañana el Sermón del Descendimiento del Santo Entierro de Bercianos, una Pasión que lleva en el corazón desde que la conoció hace ya 75 años.

-Usted es y se siente alistano, embajador en tierras lejanas y es profeta en su propia tierra.

-Nací en Riofrío en plena Guerra Civil, tiempos muy duros y difíciles, de estrecheces y dolor para todos, más aún para los niños recién nacidos, en el seno de una familia alistana que como todas trabajaba duro desde la sencillez y la honradez para sobrevivir. Mi infancia fue feliz allá junto al río Frío con sus barbos y sus cangrejos, la sierra de la Culebra con sus urces y madroños y Tozalfreno con sus robles. Había dos escuelas, una para niñas y otra para niños. En mi curso éramos 38 rapaces y con la enciclopedia Álvarez aprendimos .

- En su adolescencia llegó su vocación y la emigración.

-Así es. Tenía 15 años, en 1953 cuando inicie mi camino como seminarista en la congregación de los claretianos de Aranda de Duero, donde estudié mis primeros años e hice el Bachillerato. Luego pasé por Segovia para estudiar Filosofía y en Salamanca hice Teología, dos años, hasta 1965 en que me fui a Francia y en la Universidad de París terminé la Teología y cursé Psicología.

- 1969 fue para usted una año especial lleno de alegrías, tristezas y amarguras tanto en Francia como en España.

-La vida es así. Era un año especial para mi pues iba a ordenarme sacerdote y se torció. El día 15 de agosto de 1969, durante la noche, la iglesia de San Pedro Apóstol de Riofrío fue calcinada por las llamas. Todos y cada uno de los vecinos de Riofrío perdimos algo muy nuestro, fue una tragedia. El día 10 de noviembre fallecía mi madre. Mi ordenación como sacerdote llegó el 21 de diciembre en París. Acto seguido salí para mi tierra y allí en Riofrío oficié mi primera misa el día 28 en el corral de don Luis, porque no teníamos iglesia. El altar se montaba en la casa parroquial junto a una ventana que daba al corral donde estaban todos mis paisanos. Durante la misa empezó a nevar y no paró hasta el 5 de enero de 1970, fue en aquellos días cuando dos mujeres de etnia gitana aparecieron muertas en un camino en Sesnández.

- ¿Cómo y cuándo conoció la Semana Santa de Bercianos?

- Hace ya 75 años, cuando solo tenía tres. Teníamos y tenemos familia en Bercianos y fui con mi madre y mi padre andando desde Riofrío, quede muy impresionado. Subido en los tejados vi a los hombres y mujeres cantar el miserere, el "Perdón oh Dios mío" y llorar. Ellos con sus mortajas de blanco lino, sus capas pardas alistanas de honras y respeto, ellas con sus mantones negros y pañuelos en la cabeza. Vi morir a Cristo y también lloré. Quede prendado de la Pasión de Bercianos y de la devoción de sus gentes, tanto que salvo los años que estuve en París, ya nunca jamás he faltado cada Viernes Santo.

- Los tiempos cambian y no siempre para mejor ¿Como se vivía entonces la Semana Santa en Bercianos de Aliste?

-Con sencillez, recogimiento y devoción, pura, como ahora, en eso Bercianos ha conservado sus valores religiosos, sociales y humanos. Acudíamos andando o con la burra las gentes de los pueblos cercanos como Riofrío, Sarracín, Valer, Fradellos, San Vicente y Campogrande. En Riofrío don Luis ponía los actos a unas horas para que no coincidieran con Bercianos y así poder ir todos. Lo hacíamos por el carril de Valderodrigo, que habían limpiado de jaras y robles los de Bercianos para que don Luis fuera a decirle misa con una moto que tenia. La Pasión de Bercianos es única y entre todos debemos ayudar a preservarla y eso se consigue desde el silencio y el respeto en los actos y en las procesiones.