El jueves, 21 de abril de 2011 salía a la calle por vez primera la procesión de la Virgen de la Esperanza no ya como sección del Vía Crucis, sino como cofradía independiente. Pocas cosas habían cambiado, sin embargo, con respecto al año anterior. El repostero de la Plaza Mayor, con la leyenda "Spes", Esperanza en latín, era una de las pocas señales externas de lo que fue, sin duda un paso definitivo para la hermandad, que salió airosa del trance independentista, hecho de común acuerdo con su hermandad matriz, el Vía Crucis.

No era cuestión tampoco de intentar grandes giros, pero sí convenía ir adaptando los símbolos a la nueva realidad. Y, sin prisa pero sin pausa, la hermandad que preside María José Herrero, es lo que ha hecho. A primera hora de la tarde de ayer, en la misa del convento de Cabañales se bendecía la nueva bandera que hoy se estrena, que sustituye a la antigua, la de la Sección de Damas de la Esperanza. Una labor realizada por las monjas del Tránsito. Los banderines, así como las galas de la Banda de Cornetas y Tambores de la cofradía también serán de estreno en la procesión de este año (los adornos con los que se cubren los tambores y se adornan los instrumentos de viento metal).

Son pequeños cambios que vienen a adaptar la simbología de la hermandad a su nueva realidad, como ya sucediera en 2014 con las medallas que portan las mujeres o, el pasado año, con el remate de las varas de los hermanos.

Pero que en nada cambian la esencia de esas Damas de la Virgen de la Esperanza que nacieron en los primeros años 60, para sacar en procesión a la magnífica talla de Víctor de los Ríos, adquirida por la Cofradía del Vía Crucis en 1950.