"Se había puesto a hombros los años antes la Urna y la Virgen de los Clavos, entre otros, y un hermano que empujaba el paso, Jesús Martín Sesma, propuso que El Descendido pasara a hombros", detalla Pedro García, jefe de dentro en el año 1992, el primer año que el grupo realizado por Mariano Benlliure procesionó a hombros, en la charla coloquio "El Descendido. 25 años de una ilusión. 1992-2017" organizada ayer por la Real Cofradía del Santo Entierro en el Museo Etnográfico.

García alude a que en "año y medio" la propuesta planteada en la asamblea de 1991 salió adelante. "La directiva captó la ilusión de un grupo de hermanos que, como cargadores, estaban dispuestos a pagar la transformación de la mesa de ruedas a hombros". De la primera salida tiene claro: "Lo hicimos mal, entre otras cosas, porque cuando levantamos el paso de los 35 cargadores solo cuatro contaban con experiencia".

Por su parte Pedro Pérez, quien formó parte de la primera plantilla a hombros y que prosigue bajo el paso, señala "la ilusión que reinaba" ese Viernes Santo. Animado por su esposa debutó en la carga porque "sabía de la importancia artística de este grupo escultórico" del que resalta "la belleza de la Piedad y el Cristo que tienen una gran teatralidad". Además colaboró, como delineante, en la confección de los planos para usar la mesa a ruedas para la carga, aunque la que ahora se emplea sea de 2004.

En este cuarto de siglo "la carga ha variado". Explica que en este paso, que tiene forma cuadrada, "la gente más baja va adelante y los altos atrás. Comencé al final y ahora cargo por el medio porque ha aumentado la estatura de los hermanos". "Por su forma la carga es poco armoniosa. Pese al dolor de algunos momentos, siempre existe la camaradería", detalla y sobre anécdotas de este tiempo se muestra taxativo. "Lo que pasa en el paso, se queda en el paso" aunque menciona que "siempre hay un recuerdo para los compañeros que ya no están".