En la capilla de Nuestra Madre, iglesia de San Vicente, una imagen ha guardado silencio durante más de dos décadas y media. Facciones prominentes, pecho abultado y una sábana que cubre parte de las piernas son los rasgos más evidentes de una vieja donación que este domingo saltó a la escena pública de la Semana Santa al proponer un hermano de Nuestra Madre, cofradía titular, su salida en el desfile del Viernes Santo. La iniciativa ha destapado la devoción que el poco ruidoso Yacente se ha ganado en este tiempo.

Mientras la hermandad aguarda a la asamblea de 2018 para decidir si inicia los trámites para que el Yacente desfile, la persona con mayor orgullo por la propuesta es el propio autor, Ricardo Flecha. El escultor rememora los detalles de aquella especie de encargo. La imagen había surgido como un ejercicio de la Escuela de Arte, donde Flecha es profesor. "Modelé un Cristo y decidí pasarlo a madera. Como estaba quedando bien, opté por terminarlo". Vicente Díez, semanasantero de pro y mayordomo de Nuestra Madre por aquellos años -finales de los ochenta- vio el trabajo de Flecha y le propuso a la hermandad su donación con la única contrapartida de mantenerlo al culto. La directiva aceptó.

"Se da la circunstancia de que es la única imagen propiedad de la cofradía", explica Flecha. En efecto, Nuestra Madre se disolvió en el siglo XIX y sus bienes pasaron a titularidad del Obispado de Zamora. Al reinventarse, la hermandad de las Angustias tomaría prestadas la capilla y las imágenes que antes habían sido suyas: Nuestra Madre, una de las obras postreras del maestro Ramón Álvarez, y la Virgen de las Espadas, que recientemente ha sido devuelta al desfile. El Santo Cristo, que también procesiona el Viernes Santo, era y es propiedad de la Catedral.

Resulta que este mismo verano, Flecha volvió a tener entre sus manos aquel viejo Yacente que había crecido en devoción en la capilla de Nuestra Madre. "Nos lo llevamos porque de tanto besarlo, había perdido la policromía. Las manchas de carmín eran frecuentes durante la restauración". Habla el escultor del trabajo previo a la exposición Yacens, donde esta imagen figuraba con algunas de las mejores representaciones de cristos yacentes de la provincia en la exposición conmemorativa del 75 aniversario de Jesús Yacente.

Heterodoxo donde los haya, Flecha había vuelto a optar por una imagen diferente, lejos de las dulces representaciones del sur de las que prefiere mantenerse a distancia. "Hay dos representaciones de Cristo muerto. En la primera, Jesús acaba de ser descendido de la cruz y presenta todos los signos de la Pasión, incluso se suele representar junto a la corona de espinas. En la segunda, Jesús es limpiado y se le coloca sobre una losa. Es el sepulcro. Yo opté por esta opción e incluso coloqué una sábana cubriendo parte de la imagen para dar la idea de que comenzaba a despojarse de ella ante una inminente resurrección", explica el autor.

Aquel Yacente no fue hecho para desfilar. Tampoco su Cristo en brazos de la muerte que con tanto orgullo saca a la calle Medina del Campo. Así que puestos a elucubrar, ¿cómo le gustaría a Flecha ver esta imagen en la procesión? "Yo lo imagino en último lugar, únicamente con el sonido de los tambores y una vela", reconoce. La estética de Nuestra Madre invita, justifica, a ponerlo en una mesa en lugar de las clásicas parihuelas del Jueves Santo. Bien a hombros o a ruedas, "pero eso es una decisión de la cofradía". De momento, Las Angustias ni siquiera ha optado por iniciar los trámites.

La cuestión del último lugar plantea un problema clave. La cofradía ha reservado ese lugar de privilegio a Nuestra Madre, titular de la hermandad y depositaria de buena parte de la devoción de la ciudad. "No estoy de acuerdo en el orden", sostiene Flecha, quien apuesta por un emplazamiento intermedio para la Virgen, entre el Santo Cristo y Las Espadas. Pero, salvadas las disputas técnicas, cabe preguntarse si al autor le hace ilusión que el Yacente donado por Vicente Díez salga a la calle. "Me gusta más la devoción que la procesión. Si alguien ha propuesto que desfile, eso es porque esta imagen mueve al rezo", reflexiona el escultor. El camino es largo y la voluntad de la asamblea de Nuestra Madre es una incógnita. El Yacente de Flecha aguarda silencioso, como siempre, en la capilla de San Vicente.