La Virgen de la Esperanza, la Esperanza de Zamora, volvió a la su casa, al primer templo diocesano, arropada por las hermanas y hermanos de la cofradía que la venera. Un deslumbrante sol despertaba a los zamoranos para anunciarles que el Jueves Santo estaba ya asomando por el horizonte y no tenía intención de abandonarlo durante una jornada que gozó de unas temperaturas ideales para permanecer en la calle.

Minutos antes de la hora prevista para el inicio del desfile, la banda de cornetas y tambores de Esperanza de Zamora comenzó a llamar a los hermanos más rezagados en las inmediaciones del convento de la Dominicas Dueñas, donde desde el Martes Santo se encontraba la imagen que realizó el escultor cántabro Víctor de los Ríos Campos.

Los músicos de la Cofradía marcaron el arranque de la procesión. A unos metros el Barandales, la cruz guía y dos estandartes de Virgen de la Esperanza de Zamora, distribuidos en la calzada, que señalaban la senda a seguir por las hermanas, vestidas de luto riguroso roto por la cinta verde de la que penden sus medallones y situadas en tres filas, ritmo roto únicamente tras el estandarte de la Cofradía del Vía Crucis.

Con los primeros compases de "La Esperanza de Zamora", de Carlos Cerveró Alemany, la Virgen comienza a andar precedida por las mayordomas del año. Tras la Madre, escoltada por los hermanos de verde y blanco raso, el capellán de la cofradía, su presidenta así como el concejal de Recaudación y Rentas, José Carlos Calzada.

La Virgen deja atrás el Puente de Piedra, precedida por cientos y cientos de enlutadas. Avanza por el viaducto para dejar atrás la margen izquierda rumbo a la calle de Balborraz, y al casco antiguo, donde le aguardaban, expectante, la mayor parte del público muchos de ellos turistas que no perdieron detalle del desarrollo de la procesión.

Las hermanas caminan lentamente hasta pararse, momento aprovechado por algunas para recolocarse la peineta o bien para mirar, a hurtadillas, el móvil. Mientras, el paso realiza un fondo antes de encarar la subida de la mítica calle zamorana. La Virgen asciende con la Saeta, interpretada por los músicos de Nacor Blanco, observaba por cientos y cientos de personas, muchos de los cuales aguardaron durante horas para poder vivir este momento.

Cuando el manto verde doblaba hacia la Plaza Mayor, la cabeza de la procesión estaba situada más allá de la iglesia de la Magdalena y el taconeo de los zapatos se mezcló con las notas que arropaban el paso de la Esperanza.

"Cuando hace buen tiempo se recrean", comentaba un cofrade de fila al tiempo que un responsable de organización les indicó a sus compañeras: "¡Hermanas, por favor, aceleren el paso!". El reloj superaba ya las 12.45 horas y todavía distaban muchos metros hasta alcanzar la santa Catedral.

Las peinetas y mantillas negras iban tiñendo de luto el atrio de primer templo diocesano. Comenzaron a llegar los hermanos, que estrenaban este Jueves Santo el remate de sus varas. Los cofrades, los devotos y para las cientos y cientos de personas que aguardaban la llegada de la imagen al primer templo diocesano encaraban los últimos minutos para acompañar en la calle.

La oración de la Salve abría las puertas de seo cerca de las dos de la tarde. La Catedral esperaba la entrada de una de las imágenes más veneradas de la diócesis. Llega el momento del adiós hasta el año próximo. Emoción y lágrimas para despedir a la Madre.