Ha pasado ya setenta y cinco años desde que el siete de febrero de mil novecientos cuarenta y uno Dionisio Alba Marcos, picado por la curiosidad, descubriera tras los cristales de una urna antigua de un lateral de la iglesia de la Concepción la impresionante escultura de Jesús Yacente, cubierta, como era costumbre piadosa, por una artística colcha. Setenta y cinco años desde que un sacerdote, don Antonio Alonso Fernández, con la inestimable ayuda de Dionisio y de Ramón Amigo, cogiera las riendas de la Hermandad, la pusiera en pie con un montón de chavales de Acción Católica, de cuya rama era consiliario -el primer año eran ya ciento doce los hermanos- y crease una de las procesiones más emblemáticas de nuestra Semana Santa, convertida con el paso de los años en una sinfonía de belleza espiritual y plástica. Aquella hermandad, constituida en tan solo dos meses como cuentan las crónicas conservadas en un magnífico libro por el propio Dionisio, se funda con renovado espíritu religioso. En su estatuto aparece la obligación de todos los hermanos de asistir al rezo del viacrucis que se celebrará ante la imagen titular todos los viernes de Cuaresma. Incluso en 1956 se instituyó un triduo en honor de la imagen que no cuajó. A don Antonio Alonso, fallecido ocho años después de la fundación de la cofradía, le sucede don Gregorio Gallego Contra, de larga y fecunda trayectoria en la Iglesia zamorana con distintos cargos de responsabilidad en la Curia, y que presidió la Hermandad durante cuarenta años. Y en 1989, don Juan Encabo Martín, también con importantes labores en la Iglesia diocesana, que lo sería hasta su repentina muerte en 2003. Fueron estos tres "curas del Yacente", pilares que sustentaron la vida espiritual de la hermandad aunque detrás siempre estuviera el trabajo perfectamente dispuesto de Dionisio Alba Marcos como hermano notario, el alma de la Hermandad a la hora de dirigir su vertiente material y organizativa. Fue la gran novedad en las cofradías de la Semana Santa de Zamora, hasta entonces siempre regidas por seglares.

Tiempo después, en 1953, tras unos cuantos años en que al Cabildo Menor y a la mayoría de los hermanos no les satisfacía el final de la procesión, con cantos tradicionales en la liturgia de aquel tiempo, como "Perdona a tu pueblo, Señor" o "Perdón, oh Dios mío", se acoge con ilusión la idea de los hermanos Francisco Alonso Hernández, Tomás Salvador Martín y Bernardo Carrascal Modroño de interpretar un miserere por un grupo de jóvenes, pertenecientes a la Coral Zamora de entonces. Se pone al frente el profesor de música del Seminario Mayor, don Jerónimo Aguado González, otro de los "curas del Yacente" más significados. Su labor en la Hermandad se inicia con el primer miserere aquel año de 1953, al elegir la composición del padre paúl José María Alcácer, dirigir el pequeño coro de dieciséis voces y ser el organista del mismo y llegará hasta las mismas vísperas de su muerte. Es, sin duda, el fundamento de ese bellísimo momento del Miserere. Al desaparecer el Seminario Mayor de Zamora con su traslado a Salamanca en 1970 hubo unos pocos años en que se contrataron coros de otras provincias que interpretaron el Miserere de distintos autores, retomándose el del padre Alcácer en 1978 cuando la hermandad pide de nuevo su colaboración a don Jerónimo. Allí surgen las raíces del Coro Sacro que toma forma como tal en 1980 y no solo es el corazón del Miserere de la noche del Jueves Santo sino de otras festividades litúrgicas que celebra la Iglesia diocesana, principalmente en la S.I. Catedral.

Y de los Hermanos Mayores a los capellanes. Aunque durante tantos años, entre 1941 en 2003, fuese un sacerdote el Hermano Mayor, la Hermandad disponía igualmente de su capellán. También ellos eran "curas del Yacente".

El primero fue don Nicolás Rodríguez, director de "El Correo de Zamora", de 1941 a 1948, don Santiago Campodrón de 1948 a 1951, el padre superior de la Comunidad de Franciscanos en la ciudad desde 1951 a 1966. Don Carlos Amigo Vallejo, más tarde arzobispo de Sevilla y cardenal, fue capellán del Yacente desde 1961 a 1966 al ser el Superior de la Orden en nuestra ciudad desde 1961 a 1966.

Al abandonar entonces la comunidad de los padres Franciscanos el convento y el templo de la Concepción por inminente ruina, la capellanía volvió al clero regular. Fue don Bernardo Monforte Riesco, por entonces director de la emisora Radio Popular de Zamora, el que ejerció la misma desde 1966 a 1996. Tras don Bernardo, don Alfonso Cirac Peñalosa lo fue de 1996 a 2000, don Narciso Lorenzo Leal desde 2000 a 2005 y finalmente don Manuel San Miguel Salvador desde 2005 hasta hoy. Estos son "Los curas del Yacente", entregados con generosidad a las distintas responsabilidades pastorales que le encomendaba la Iglesia diocesana pero que también trabajaron con gran ilusión en la vida espiritual de la hermandad. Han sido setenta y cinco años los que han pasado y la huella de todos ellos, muchos ya fallecidos, sigue siendo honda en la historia de la hermandad. Fueron y son sacerdotes. A todos ellos los llamábamos con todo cariño, y ahora con devota añoranza, "Los curas del Yacente".