"La muerte no es el final" envolverá una vez más a la Plaza Mayor en torno a las diez de esta noche. La composición del sacerdote Cesáreo Gabaráin acompañará a La Despedida, a Jesús Caído y a la Virgen de la Amargura durante el acto central de la Hermandad en este Lunes Santo. Hoy, se cumplen diez años de la incorporación de este rezo cantado a los fallecidos y que a lo largo de este tiempo se ha convertido en santo y seña de la Semana Santa de Zamora. Esa celebración tradicional y arraigada a lo largo de los siglos, pero que no veta innovaciones si éstas se hacen bien. Para ejemplo, este botón, el del Coro de Jesús en su Tercera Caída.

Aquel Lunes Santo de abril de 2006, cuando se entonó por primera vez este himno a los que ya no están de la mano de la Coral de Zamora, se puso la primera piedra de algo grande. Pero no era esa la esencia buscada. Javier Pérez, primer director del coro de la Tercera Caída, escarba en la memoria. "El acto gustó con las voces mixtas, pero nos plantemos si se le daría más empaque con un coro formado por hermanos. Ahí comenzó todo", recuerda.

A lo largo de ese año, Javier Pérez tuvo la misión de formar un coro con voces masculinas. Ardua tarea. "Mandamos cartas a los hermanos, lo comentamos por todos los sitios... Pero no fue fácil. Tuve que bucear por todos los coros de Zamora para buscar gente y aún así éramos pocos", explica, antes de reconocer una de las anécdotas más insólitas de aquel coro primigenio. "La gente se sorprenderá, pero el 40% de ese grupo eran miembros de la Tuna de Zamora. Yo necesitaba voces y ellos las tenían", comenta.

El paso de los años otorgó al acto una solemnidad que pocos hubieran imaginado. Tanto que, ese coro al que nadie quería acudir, ahora tiene peticiones de entrada año tras año. A día de hoy, cuarenta hermanos forman parte del grupo y cuentan con un socio de excepción: la Banda de Música de Zamora. "Los primeros años, José Ignacio Petit, entonces director, comenzó a colaborar con nosotros para que todo sonara perfecto. Los directores posteriores han seguido haciéndolo. Y ahora, Manuel Alejandro López, nos acompaña en todos los ensayos. Estamos muy agradecidos", señala Javier Pérez.

Diez años después, "La muerte no es el final" es un referente de la Pasión. ¿El secreto? La naturalidad. "La gente lo siente cerca porque es natural. Y, además, lo puede cantar cualquiera. Animamos a que lo hagan", concluye.