Dos años de trabajo del tallista zamorano José Antonio Pérez finalizaron este sábado en Crevillente, con la bendición del trono procesional que el artista de la tierra ha realizado para la Cofradía del Ecce Homo de la localidad alicantina, que festeja su 150 aniversario. La impronta de la mesa -que asemeja en cierto modo las estructuras del Nazareno de la Congregación y las andas de Luz y Vida- es una manera de exportar algo muy zamorano, la filosofía de la madera natural, sin dorar, y formas muy reconocibles por los semanasanteros de aquí.

El proyecto se inició dos años atrás, cuando los responsables de la cofradía crevillentina visitaron el Museo de Semana Santa. De todas las mesas -muchas de ellas elaboradas por José Antonio Pérez, se quedaron prendados de la estrenada en 1999 por el Nazareno de La Mañana, la talla de Antonio Pedrero. "La junta directiva me expresó su deseo de realizar este trono al modo y manera de las mesas zamoranas, lo cual supone una verdadera novedad allí, donde ninguna tiene tallas caladas", explica el tallista zamorano.

En este caso, José Antonio tuvo la fortuna de poder elaborar con tiempo el proyecto. El primer año, para realizar el diseño. El segundo, para convertirlo en realidad. El resultado es una mesa confeccionada en madera de abedul y un acabado en un tono nogal claro, con unas medidas ligeramente inferiores a las mesas de aquí. "Algunas partes tienen una ligera pátina de color con el fin de adecuarnos a los gustos de allí, algo que no impide conservar nuestra esencia", explica el artesano.

En cuanto a la descripción de sus motivos, el protagonismo central reside en el anagrama de la cofradía, que incluye un pergamino, caña de bambú y corona de espinas, "que aprovechamos para prolongar a lo largo de todo el perímetro, jugueteando con el resto de la ornamentación tallada". Pérez añade que la composición se completa con el altillo de la parte superior, rematado en las esquinas por cuatro ménsulas talladas que buscan "la traza piramidal que conduce las miradas hacia las figuras". La bendición de ayer solo confirma la impresión de los crevillentinos a la llegada de la mesa, gratamente sorprendidos.