La abundancia de cargadores, cerca de 70, le sienta bien al Jesús de Luz y Vida, y las recuperadas andas de la imagen de Hipólito Pérez Calvo lograron un efecto estético sustancialmente mejor que las recortadas por mor de las adaptaciones a la mermada plantilla de cargadores durante el conflicto que vivió la hermandad. El desfile, con la Corona, el coro y el cuarteto de viento, amén de la nueva organización en filas de a dos y con gran separación de cada cofrade con el hermano que lleva delante, resulta más que digno. Quizá, eso sí, necesitaría más hermanos de fila para que al desfile no se le vieran las costuras.

El estreno de las andas fue la novedad de una procesión de Luz y Vida muy esperada en las calles. La climatología de la jornada no hacía barruntar nada bueno, pero la tarde se quedó al final con grandes claros, que es lo principal para sacar un desfile a la calle. Cierto que la temperatura más bien baja y la fría brisa que corría no hacía agradable la espera a los espectadores, pero también que a estas alturas hay muchas ganas de ver procesiones y Luz y Vida es de las primeras. Poco antes de las siete y media de la tarde salía el Barandales tocando sus esquilas del interior de la Catedral, seguido por los hermanos de túnicas monacales que fueron colocándose en el entorno del atrio. La corona, acompañada por el sonido del tambor se colocó a la izquierda, mientras que el paso principal, también arropado solo por tambores, salía para ocupar su sitio en el centro de la plaza. Tocó el cuarteto de viento, sonó el coro y el capellán dirigió el rezo de la oración "de hermandad. Jesús luz de nuestro camino y Vida de nuestro existir (...) ten misericordia de nosotros y el resto de la humanidad".

A las nueve menos cuarto de nuevo el Barandales ponía en marcha la procesión saliendo a la plaza de la Catedral ya abarrotada de gente. Le seguía la cruz guía, una de las tres que tiene la hermandad. Las otras dos ocupaban lugares destacados en medio de la procesión y como cierre.

Las filas de hermanos se iban organizando a la salida del atrio, sobre todo para guardar la sincronía de las parejas y la distancia, grande, entre las filas. Otros elementos, como las banderas y el libro de difuntos jalonaban el desfile.

La Corona de difuntos, que se puede considerar perfectamente con un paso más del desfile salió elegante a la calle, seguida por el cuarteto de viento, que entonaba delicada melodía. El portador de la segunda cruz, de metal iluminada desde dentro, llamaba la atención porque quiso aumentar su penitencia.

El coro, cantando "De profundis" daba pie a la salida del paso, impresionante por la multitud de cargadores gracias a la unión de las dos plantillas, la que se fue durante el periodo de turbulencias de la hermandad y la que se quedó, todos ellos al mando del restituido jefe Daniel Martín. Tras ellos solo quedaban ya capellán, autoridades y la cruz de cierre.

Al cierre de esta edición la procesión de la Hermandad de Luz y Vida seguía su programa previsto, con su periplo de ida y vuelta al cementerio, sin que la lluvia, por fortuna, hubiera hecho acto de aparición.