La lluvia amenazó la procesión de tal forma que incluso estuvo a punto de no salir. Finalmente, el desfile ganó la Puerta de la Misericordia y los hermanos descubrieron una nueva perspectiva de la hermandad entre las naves de la imponente Catedral. El Cristo de las Injurias, el Coro del Templo Mayor y otras joyas de la principal iglesia de la ciudad supusieron el marco perfecto. En el año del Jubileo de la Misericordia, la puesta en escena del Espíritu Santo pasó a la historia, con fotografías que jamás se repetirán... o quizá sí.