Cientos de personas arroparon anoche al Nazareno de San Frontis en su recorrido desde el templo románico situado en la margen izquierda del Duero hasta el primer templo diocesano, donde permanecerá hasta que procesione el Martes Santo en la Cofradía del Vía Crucis.

La celebración de la Palabra supuso el preludio del Traslado. Mientras que unos asistían al acto religioso en la pequeña iglesia, la gran mayoría aguardaba la salida del Mozo con gran expectación. Los zamoranos estaban, sin duda, ávidos de procesiones. La cuenta atrás de la Semana Santa estaba a punto de tocar a fin.

Los integrantes de la Banda de Música del Maestro Nacor Blanco estaban preparados. "¡Ya sale, ya sale!", gritó un pequeño al que, de inmediato, reprendió su madre. Las voces de congregados en la plaza de San Frontis comenzaron a bajar su volumen hasta alcanzarse casi el silencio.

Poco a poco los cargadores sacan al Mozo de su casa. Poco a poco avanzan hacia la zona de acceso al templo porque la imagen sale muy justa. Se paran. Con rapidez uno de los cotaneros se sube a la mesa del traslado, muy sencilla y con unos faroles de hojalata, y le coloca los segmentos de la cruz que le faltaba al Nazareno para que pudiera cruzar el umbral del templo románico. Levantan el paso y los músicos de Nacor Blanco interpretan el himno nacional.

Las esquilas de Barandales comenzaron a sonar en la calle Fermoselle. Tras él la cruz guía que abría la procesión en la que cientos de personas, fundamentalmente personas del barrio, devotos del Nazareno, hermanos del Vía Crucis y de la Esperanza, algunos de ellos con velas y rezando, acompañaron a la imagen por la avenida que toma el nombre de la imagen del vestir del siglo XVII, cuya autoría es anónimo aunque se ha atribuido a Gaspar de Acosta.

La presencia de espectadores en la margen izquierda aumentó en las inmediaciones del Puente de Piedra. La noche cerrad había caído hace rato sobre la ciudad, pero las buenas temperaturas, casi primaverales, animaron a muchos a bajar hasta el río para presenciar cómo el Mozo abandonó una margen y tomó la otra.

Al otro lado del Duero, junto a la ciudad antigua, el inicio de la Semana Santa se plasmó en la cantidad de público que acudió a recibirle, a estrenar la Pasión.

El Mozo subió acompañado por los suyos la cuesta del Pizarro para dirigirse a la Catedral como hace más de un cuarto de siglo, incluso como en la etapa anterior, cuando los zamoranos arropaban al Nazareno la jornada del Domingo de Ramos.

La imagen volverá sobre sus pasos el próximo martes, Martes Santo, con la Virgen de la Esperanza de la que se despedirá en la plaza de Belén para retornar a San Frontis, donde sus muchos devotos lo recibirán tras rezarle el Vía Crucis.