Con los ropajes recién recogidas en las monjas del Tránsito, el cotanero de Jesús del Vía Crucis, Bernardo Arribas, comienza a vestir al Mozo para su salida desde su barrio hasta la Catedral, tal y como hace desde hace varias décadas con gran esmero.

El primer paso de la tarea que efectúa tradicionalmente la tarde antes de la salida del Mozo de su casa, del templo de San Frontis, comienza con despojar al Nazareno del manto de terciopelo y quitarle la cruz que porta, "la escopeta", así como bajarle de su peana. A continuación Arribas le coloca la túnica de procesionar y la cruz correspondiente para luego, con la ayuda del otro cotanero, Iván Arribas, y de alguna persona más, subir a pulso la imagen de bastidor, realizada en la primera mitad del siglo XVII, a la sencilla mesa con la que desfila en su traslado.

Una vez que el Mozo ya está en la estructura, lo anclan "para que el cuerpo del Nazareno no sufra con el movimiento del baile", expresa Bernardo Arribas que también coloca los faroles de hojalata y las faldillas de la mesa antes de que la adornen floralmente. "Siempre viene alguna mujer del barrio que nos regalan algunas flores para que las lleve en algún sitio cuando su imagen sale a la ciudad", testimonia Arribas.