El artista Tomás Crespo Rivera es el autor del cartel anunciador oficial de la Semana Santa de Zamora.

-¿Cómo llega al mundo del arte?

-Porque mi padre tenía un taller de carpintería adonde acudían a trabajar tapiceros y tallistas. El ambiente de la Semana Santa y Ramón Álvarez también influyeron en mí. Además cuando yo era pequeño comenzaron procesiones como la del Yacente o el Vía Crucis y recuerdo que cuando me quedaba solo en el taller cogía las gubias y tallaban cosas. Luego entré en la Escuela de San Ildefonso y luego estudié en la de San Fernando de Madrid y realicé diversas muestras en Madrid, viviendo en Zamora, lo que era muy difícil en esos tiempos.

-Carece de obra religiosa que procesione, pero realizó un boceto de La Desnudez.

-El presidente y algunos directivos me lo encargaron. Era una propuesta que hice al salir de la escuela de San Fernando, en el 1959. Lo presentó públicamente la Junta pro Semana Santa en una exposición y con dos Vírgenes, que gustaron. Inicialmente la idea de La Desnudez se iba a hacer, pero luego llegó otra directiva que cambió de opinión y optó por realizar las Tres Marías.

-¿Recibió más propuestas desde las cofradías?

-No, yo siempre he sido muy zamorano, pero del sector crítico. Sin embargo en esta ciudad no hay sector crítico porque no hay asociaciones fuertes.

-Estuvo a punto de presentarse al concurso para realizar el Merlú, de hecho en su estudio todavía conserva una maqueta del planteamiento que desarrolló.

-Es una obra en la que yo rememoraba, dado que pertenecí a ella desde niño, cómo se levantaban los caperuces en las Tres Cruces donde había una cierta indisciplina, pero la cofradía era más humana que ahora. Es una obra que realicé cuando retorné a la escultura tras años de ausencia para demostrarme a mí mismo que no se me había olvidado el oficio, pero finalmente opté por no presentarlo.

-¿Qué ha supuesto para usted el encargo del cartel de Semana Santa?

-Yo como no toco a ninguna puerta, estaba olvidado. No me considero pintor, aunque en su momento recibí un premio de pintura en la Bienal con "Espacios en blanco". He optado por tres cruces, porque es el símbolo de la Pasión y de Cristo, que es una forma minimalista. Hice la esencia de la Semana Santa con unos objetos físicos muy representativos. Además, en Zamora las Tres Cruces son una avenida y contamos con un monumento del mismo nombre, es muy zamorano.

-Desde su punto de vista, ¿dónde debería hacerse el futuro Museo de Semana Santa?

-A mí la zona de San Martín que proponen me parece buena, pero tienen que tener en cuenta la ubicación a la hora de los itinerarios porque si salen casi de la Catedral y tienen que volver hacia la seo... pero se trata de un matiz técnico.

-Las cofradías parece que abogan por un centro nuevo.

-Yo creo que si pudieran hacer una ampliación del actual sería mejor porque hay muchas cosas que se exhiben que son muy flojas. Han hecho demasiados pasos. Desde que se hizo el actual museo, en los años 60, se han duplicado los grupos. Además, los mejores pasos son los que deben estar en el museo y ahora mismo ni el Yacente, ni el Cristo de las Injurias, ni las imágenes con mayor devoción, como pueden ser la Soledad o Nuestra Madre e incluso el Cristo de la Tercera Caída se encuentran en él. Las obras más señeras ya faltan. Además nuestros pasos no son para enseñarlos como pueden ser los de Salzillo o los de Valladolid que tienen una gran calidad artística y técnica reconocida. En nuestro caso los pasos son para verse en su ambiente, en la calle como escenario. Un gran problema que ha tenido la Semana Santa ha sido la carencia de un comité de expertos que asesoren a las juntas directivas y a la propia la Junta pro Semana Santa.

-¿Las cofradías deberían de tener en cuenta a ese comité de expertos a la hora de decidir el futuro del museo?

-Sí, tanto para esto como para todo. En Zamora se han hecho cosas que quizá no son las mejores soluciones desde cambiar pasos hasta variar itinerarios. Todo tiene que ver mucho con un criterio estético, plástico, artístico y musical. La Semana Santa tiene que seguir teniendo autenticidad, pero no puede existir un ademán competitivo entre las cofradías por tener sedes o tener más números de hermanos.

-El artista de la Semana Santa para usted es?

-La Semana Santa es lo que es gracias a Ramón Álvarez. Es la figura de la Semana Santa, y siento una gran admiración hacia él porque es un artesano que sin haber salido de Zamora, con una ciudad incomunicada, tiene la influencia de Salzillo y de los Barrocos. La Crucifixión tiene una capacidad de ritmo increíble, la coral de personajes se mueven alrededor de cristo con un arte... hay que haber manejado el martillo y saber cómo se trabaja para poder darse ese ritmo, aunque técnicamente nada tenga que ver con lo que hizo Gregorio Fernández.

-Usted fue una de las personas que luchó porque Zamora contara con un centro para estudiar formación artística, la entonces denominada Escuela de Artes y Oficios ahora Escuela de Arte y Superior de Diseño.

-Fue a través de Aceña Cultural y Antonio Pedrero, Pedro Santos Tuda y yo, como representantes del colectivo. El Ayuntamiento tenía que ofrecer unos terrenos y pedirla, tal y lo aprobó en pleno, pero se acababa el tiempo. En aquel momento Zamora era una de las dos ciudades que no contaba con Artes y Oficios y la conseguimos para la ciudad, lo que supuso mucha satisfacción. Aceña Cultural fue increíble porque la gente de la cultura firmamos un manifiesto, se creó una asociación donde se eligió al presidente de manera asamblearia y comenzamos a meternos con la construcción y con las barbaridades que se estaban haciendo. Me pasó factura ser crítico en Zamora, aunque no me arrepiento. El problema que tuvimos es que no venía gente más joven detrás y finalmente a mediados de los 80 Aceña desapareció.

-¿Urge un colectivo de índole cultural fuerte en la ciudad?

-En Zamora tenemos la mejor cultura de capitales de provincia. Es necesario en esta ciudad y en todas las sociedades colectivos fuertes, pero ahora no son los tiempos más ideales. En nuestro caso tuvo tanta fuerza porque veníamos de una dictadura y queríamos una democracia y sabíamos la importancia de lo que habían hecho los políticos. Cuando viene una crisis como la actual es cuando te das cuenta que donde no hay harina todos es mohína.

-De la Escuela de Arte ¿puede salir un grupo de artistas como el que surgió de la de San Ildefonso?

-No. El mundo de la enseñanza está por el lado de la inventiva y la genialidad, no está por el método. Cuando yo comencé Bellas Artes había pocos centros en España y accedimos seis compañeros que procedíamos de la Escuela de San Ildefonso. Nos prepararon Castilviejo y Bedate quienes nos enseñaron a saber ver, a dibujar bien y nos animaron a seguir estudiando. Todos teníamos un gran entusiasmo y muchas ganas de aprender porque salíamos de una guerra. De San Ildefonso salimos todos salvo Coomonte, que estaba en Benavente, y Pennetier, que vivía en Madrid. Nos llevábamos bien y éramos amigos de Claudio Rodríguez y de Jesús Hilario Tundidor. Éramos pintores, escultores y poetas todos amigos.

-Zamora es una ciudad donde no proliferan las esculturas.

-Es una pena que no haya monumentos modernos en la ciudad. Había uno de Coomonte en la plaza de Castilla y León que con la reforma tuvo que llevárselo para casa. También hay que tener en cuenta que en la ciudad no ha interesado dejar espacios para poner esculturas. En todas las ciudades los escultores locales han realizado muchos trabajos, menos en Zamora, y en ningún otro momento ha habido ni va a haber en Zamora una generación de artistas con siete escultores. Nos estamos mirando el ombligo y hacemos el Merlú y el Barandales, que los tenemos todos los años, pero no tenemos escultura moderna, salvo una única abstracta mía situada en los jardines del parque de Eduardo Barrón. Además, la escultura en esencia, salvo procesos donde interviene la tecnología, es igual que cuando se hacía en tiempos del Renacimiento y anteriores y yo creo acabará desapareciendo.