Luis Jaramillo, periodista (es director regional de COPE) y semanasantero de pro lo tiene claro: "La Semana Santa de Zamora merece un museo de verdad, con todos los elementos de la museización de vanguardia y a la altura de la celebración y el nivel que tiene. Actualmente tenemos una gran panera, que es verdad que se ha dignificado mucho, pero no es lo que merecemos". El que pronto se convertirá en el primer no alcalde que pronuncia el juramento del Silencio, no obstante, es realista y advierte: "Lo ideal es que los recursos y los apoyos permitieran una nueva instalación, aunque hay que ser conscientes de que el momento actual no es el mejor para conseguir los recursos necesarios".

El escultor Ricardo Flecha considera que "lo primero es saber lo que se quiere exponer, el plan museístico, para luego saber qué metros ocupa y buscar el sitio donde ubicarlo". Y pone el acento en que no necesariamente el de Zamora tiene que ser un museo de pasos: "La Semana Santa de Zamora es importante porque tiene ciertas procesiones que son distintas a las demás, como Las Capas, el Yacente, la Buena Muerte o en parte el Silencio y son las que no están representadas en el Museo". Y la nueva instalación debe estar basada "en los nuevos métodos museísticos que hay ahora, las imágenes en 3D, hologramas, elementos del siglo XXI. Y vamos a ver lo que ocupa y si es necesario poner todos los pasos, porque a lo mejor no. Y a partir de ahí hacer algo con cabeza, sabiendo los metros que necesitamos, el dinero que necesitamos o si nos vale con una ampliación". Lo que sería un error es "hacer un museo más grande para meter más pasos o cacharros sin sentido. Y hay figuras que podemos querer mucho pero carecen de valor museístico; no digo artístico, pero museísticamente no dicen nada y en cambio nos estamos perdiendo que la gente que venga al Museo vea la verdadera Semana Santa". Para Flecha, es necesario que el diseño recaiga en una comisión de expertos en museística, interiorismo y otros aspectos: "Los presidentes hacen una impresionante labor dedicando su tiempo a la Semana Santa, pero no pueden saber de arte, diseño de interiores o museística. Que se deje en manos de esa gente el diseño del nuevo Museo me parece una locura. Entre otras cosas porque cada uno va a proteger sus intereses propios. Y no le digas a un presidente que le vas a quitar su paso de ahí, imposible".

En la misma onda se pronuncia el archivero Florián Ferrero, buen conocedor de la Semana Santa zamorana. "En Zamora no tenemos un Museo, sino un almacén de pasos y enseres de Semana Santa". Para contar con un verdadero Museo, explica, hace falta "una dirección técnica" que defina los contenidos con criterios museísticos, es decir, qué pasos se exponen y cuáles no, qué figuras van sobre mesas o sobre plataformas, la introducción de otras piezas no procesionales, olores o estructuras. "Si no hacemos eso al final vamos a estar donde siempre, en un almacén donde el presidente o el directivo de una cofradía van a decir, se expone todo lo mío, los trastos los pongo aquí y mis pasos van juntos".

Una vez definido qué Museo se necesita es "cuando hay que buscar el dinero y la financiación". Ferrero introduce otra idea de calado, la necesidad de que las cofradías tengan una sede eclesiástica, hasta donde se trasladarían los pasos unos días antes para sacar desde esos templos las procesiones. En ese caso cambiaría por completo el debate sobre la ubicación del Museo "porque podrías llevarlo a la Avenida o la orilla del río". Cree que no todas las imágenes tienen que estar en el Museo. Por ejemplo "una imagen tan bella como el Jesús de la Caída lo lógico es que estuviera en un altar en San Juan y el resto de las figuras del paso podrían estar en el Museo". Y todo ello, defiende Ferrero, lo podría sacar adelante la Junta Pro Semana Santa, que considera una "institución ejemplar", aunque necesita apoyo técnico: "No me imagino al presidente de una cofradía dirigiendo la banda de música".