Tomás Crespo Rivera presenta su diseño para el cartel oficial de la Junta Pro Semana Santa de 2016. Por fin este artista y escultor trabaja en Zamora por encargo para la Semana Santa y casi para la ciudad. Siendo aún muy joven y recién finalizada su formación académica en Madrid, en 1959 presentó un boceto para sustituir el minúsculo paso de La Desnudez por uno de líneas más modernas pero que conservaba perfectamente el programa iconográfico al uso. Fue considerado demasiado moderno. Y desde entonces hasta hoy. Nuestra semana de Pasión no se ha acordado de él nunca más. Tomás sigue custodiando la maqueta de generosas dimensiones de aquel paso y quienes no solo la hemos visto sino que el propio artista nos la ha explicado in situ no hemos podido dejar de pensar -o al menos yo así lo he hecho- por dónde habría deambulado la imaginería procesional de nuestra ciudad si a la preciosa mesa de Nuestra Madre tallada por Hipólito Pérez Calvo y a este mismo paso se hubieran unido otros que hubieran discurrido por esta senda. No obstante, cincuenta y seis años después Tomás presenta su diseño que, seguro, no gustará a muchos. Pero tal como el artista me confiaba ya a finales de agosto y la víspera de la presentación, de los distintos bocetos realizados se ha decantado por el que más se adecúa a su estilo más característico y personal. Tres cruces, unos clavos y su señero constructivismo.

No es Tomás un hombre que busque la palmadita en la espalda. A lo largo de su trayectoria se ha mostrado fiel a su propia concepción de la escultura, a su manera de concebir, hacer e interpretar el arte, a la forma de expresarse con formas y volúmenes. Las ciudades pequeñas confían sus destinos a las endogamias y Crespo Rivera ha querido huir de estos exiguos criterios en favor de la fidelidad a su arte y su obra. La coherencia de un individuo es quizá su mejor carta de presentación. Quizá sea una actitud que nos escuece porque a veces esta pone caras coloradas. Varias veces Tomás me ha enseñado una obviedad que en su rostro tiene rasgos concretos, y es que si eres crítico y te posicionas desde la crítica, para los de un lado serás un rojo y para los del otro un fascista. Igual sea exagerado, pero desde luego es absolutamente sabio.

Considero que la trayectoria de Tomás Crespo es de sobra reconocida, desde luego bastante más lejos del Alto de los Curas que dentro de los muros de nuestra ciudad. Su obra, que empezó con piezas de carácter académico, deambuló hasta trabajar en la decoración del estudio del afamado arquitecto Lamela o la planta experimental de las Torres de Colón en el madrileño paseo de la Castellana, las cuales sintetizan la relevancia nacional de sus trabajos. Es momento de que las instituciones que asumen el destino de la cultura (sobre todo la seria) de nuestra provincia se lancen definitivamente a montar en colaboración con el propio artista una muestra retrospectiva y global del escultor. Será el verdadero Esperado Tomás Crespo.