Ángela Lladó tiene 15 años y ha entrado en la cofradía del Vía Crucis "por tradición familiar". Ayer desfilaba con primos y hermano, los varones de la familia a quienes, por cierto, no hacía mucha gracia la entrada de féminas en una hermandad "masculina, como siempre". Claudia Gallego desfiló con su padre, en una cofradía a la que, evidentemente, llega "por tradición familiar". Es del Espíritu Santo, de Luz y Vida y del Santo Entierro. Patricia García, de 29 años repite lo de "tradición familiar. Salgo con mi padre. Al final la incorporación de la mujer, como todo, llega a su debido tiempo. Poco a poco pasará en todas. Para mi salir en el Vía Crucis es sentimiento, acordarte de los que no están". La opinión de Elena Blanco Muñoz la expresa su padre, porque ella, a sus dos añitos recién cumplidos, bastante tenía con ir asimilando todo el movimiento de túnicas de estameña y caperuces morados en la Puerta del Obispo. "Posiblemente sea la más pequeña de las mujeres, y tal vez la primera, porque la apunté el primer día que se abría el plazo. Salimos tres generaciones: el abuelo, José Luis Blanco García, yo que soy José Luis Blanco y mi hija Elena Blanco".

Son algunas de las historias de un hecho histórico: la entrada de la mujer en la Cofradía del Vía Crucis. El presidente, Pedro García, tampoco le da mayor importancia: es la normalidad; lo anormal es donde aún no pueden entrar. Pero una características de esta cofradía, quizá más que de otras, es que las primeras 115 féminas que se han incorporado son, casi al cien por cien, las hijas, nietas, las hermanas o las compañeras de los mismos cofrades que hasta ahora acompañaban al Mozo de San Frontis y la Virgen de la Esperanza a sus moradas de la margen izquierda del Duero.

Por lo demás, la procesión no tuvo demasiada historia. El buen tiempo acompañó y, en una espléndida tarde se ponía en marcha la procesión. Fueron saliendo del atrio de la Catedral la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía, seguida del Barandales, que daba paso a las filas de hermanos, con las cruces por el medio de las filas.

Los intérpretes de la Banda de Música Maestro Nacor Blanco saludaron la salida del Cristo de la Catedral con los acordes del himno nacional. El Nazareno atravesó el atrio y siguió su camino hacia las rúas, ya repletas de gente, que disfrutaban la tarde de agradable espera. Seguían saliendo cofrades hasta que le llegó el turno a la Virgen de la Esperanza, escoltada, como todos los años, por la Banda de Música de Villamayor de la Armuña. El verde manto daba la espalda a los últimos cofrades, filas que concluían con los tambores de cierre, formación en la que abundan los niños. La procesión siguió su camino hacia los momentos cumbre: el paso del Puente de Piedra, la despedida de la Virgen hacia Cabañales (se canta una emotiva salve), mientras el Cristo sigue por su avenida hacia la iglesia de San Frontis. Esta vez, también, con mujeres.