Además de reflejar una clara expansión del negocio del rénting, las estadísticas recogen otra realidad: la demanda creciente del vehículo eléctrico en este sector. En los dos primeros meses del año, 445 de los vehículos destinados al rénting que se matricularon en España fueron eléctricos puros, de autonomía extendida e híbridos. Esto supone un 25,74% más que en el mismo periodo de 2017. Según la Asociación Española de Rénting de Vehículos (AER), este tipo de propulsión representó un 0,99% del total de matriculaciones efectuadas en este sector. En el global de las ventas del mercado automovilístico nacional, sólo representó el 0,69%.

Hay varias razones que pueden explicar el porqué de ese tirón, tanto en el ámbito de las empresas como en el del conductor particular. En el primero, se han señalado a las pequeñas y medianas empresas, las pymes, como principal agente de crecimiento durante el pasado año. Sea cual sea el tamaño de una compañía, la movilidad eléctrica es una oportunidad de aminorar costes y, enmarcada en muchas ocasiones en programas de responsabilidad corporativa, transmitir una imagen de conciencia medioambiental. En el caso del rénting, además, se hace sin tener que incurrir en elevadas inversiones gracias a la externalización.

Pero pymes y empresas de cualquier tamaño al margen, las estadísticas también dan a autónomos y particulares el papel de impulsores del rénting, tanto en coches con sistemas de propulsión convencionales como eléctricos. ¿Por qué un particular puede escoger esta modalidad de alquiler como aproximación a la movilidad eléctrica? Hay muchas y muy buenas razones.

Gran cantidad de usuarios ven con buenos ojos la posibilidad de guardar en su garaje un coche eléctrico. Ya sea porque las más rutilantes novedades van en esa dirección o porque la implicación de los principales fabricantes (con la garantía que eso implica) es total, ha calado la idea de que el futuro de la automoción pasa por la electrificación. Sin embargo, el mayor coste comparado con vehículos de tamaño y prestaciones similares; las dudas sobre la durabilidad de las carísimas baterías; o el temor a que, a pesar de la inversión, se quede obsoleto demasiado pronto, entran en el catálogo de argumentos que suelen frenar el ímpetu ´eco´ de los particulares.

Riesgo casi inexistente

El rénting ofrece la oportunidad de apostar por la movilidad eléctrica sin correr muchos de los riesgos que frenan a sus potenciales propietarios. El riesgo existe, pero carga con él la empresa que ofrece ese servicio de alquiler a largo plazo. Puesto que parte del atractivo del rénting radica en que en su precio está incluido el mantenimiento, factores como esa duración del ciclo de vida de las baterías pasan a un tercer plano.

Si de un tiempo a esta parte los ciclos de actualización de los coches se han acelerado, se espera que para los eléctricos esa cadencia sea aún más vertiginosa. Como sucede con artículos tecnológicos, cada actualización supone la implementación de mejoras que se traducen mejores prestaciones y una mayor autonomía. Un ejemplo: cuando el Nissan LEAF se lanzó por primera vez en España tenía un alcance de 120 km; la segunda generación, la que se ha empezado a comercializar meses atrás, ofrece 378 kilómetros.

Siempre a la última

Hace días la Dirección General de Tráfico alertaba sobre la preocupante edad media de los vehículos que circulan por nuestras carreteras: 14 años. Este es el tiempo en el que el conductor medio español amortiza la inversión que supone la compra de un automóvil. Los eléctricos son más costosos, así que no hay nada que impida pensar que sucederá lo mismo, pero ¿se imaginan cómo cambiarán este tipo de vehículos en los próximos 14 años?

El rénting, con esos plazos de alquiler flexibles, da la posibilidad de conducir coches de última generación de manera regular. Por tanto, el peligro de tener en propiedad un coche que se quede rápidamente obsoleto también desaparece.

En definitiva, si un particular baraja el alquiler a largo plazo como alternativa a la compra, el eléctrico se convierte en una opción muy apetecible porque, además de sortear todos esos peros que suelen acompañar todavía hoy a este tipo de coches, mantiene todas las ventajas como el ahorro en consumo y la satisfacción de colaborar a hacer más respirable el aire de nuestras ciudades