Fue ayer a las ocho menos cuarto de la tarde. Veía la tele distraídamente mientras comía un raja de melocotón de bote. La piel tenía unos pelos de centímetro. Me los saqué de la boca mientras gritaba: "Pilar qué coño de melocotones son estos". Respondió desde el otro lado del pasillo: "Son de una marca blanca"?

En ese preciso instante una muchacha se afanaba en enseñarnos a ahorrar desde la pequeña pantalla. Decía que teníamos que comprar marcas blancas. Recorría las estanterías de un supermercado comparando el precio de mejillones y bonito de Albo, Cuca y Calvo con el de esas marcas. Explicaba que el producto era igual pero que el precio variaba una enormidad.

Entendí yo que la chica quería decir que los de Albo, Cuca y Calvo nos estaban dando gato por liebre, que no teníamos que dejarnos engañar. Afilé la vista cansada para ver mejor. Agucé el oído. Aquello no podía ser verdad. Cómo iba a ser verdad que una señorita hiciera propaganda de unas marcas en contra de otras. Luego me percaté que se trataba de la tele progubernamental. De La 1 exactamente.

Ya comprendía yo. Primero Zapatero nos animó a comer conejo en Navidad para ayudar a la economía familiar. Luego Solbes nos pidió que para alargar el sueldo hasta final de mes eliminásemos las propinas al camarero. Ahora la panacea, la solución que completa la trilogía para ayudar a una economía que se nos desangra por los pespuntes del bolsillo es comprar marcas blancas.

Confieso que compro alguna de esas marcas, pero no porque sean iguales, sino porque no hay más cojones Jaimito. Eso de que son iguales díganselo ustedes a su abuela. Hay estupendas marcas blancas, pero de ahí a comparar unos lomos de bonito de Albo con las migas de atún de según qué marca blanca hay un abismo.

Comprendo que la tele progubernamental quiera hacernos creer que la cesta de la compra está igual ahora que hace un año, pero el algodón no engaña. Se puede hacer la prueba. Convencido estoy de que los propagandistas de la tele oficial, los zapateros y Solbes consumen todos marcas blancas para dar ejemplo. Ja, ja?

En cualquier caso, qué dirán los fabricantes de tan exquisitas conservas que han sido santo y seña en España. Decir Calvo, pronunciar Albo es casi tanto como hablar del toro de Osborne. Han contribuido al empleo y la riqueza nacional, ¿por qué ahora les denostan y equiparan a otras marcas baratas de peor calidad?

Sólo falta que nos animen a dejar de comprar los calzoncillos en El Corte Inglés en beneficio de los mercadillos. Compre cada uno donde pueda, más que donde quiera, cada cual según sus posibles, pero no nos traten de imbéciles. A ver si ahora es lo mismo un panty de euro en el rastrillo de al lado que uno de gran calidad que vale cincuenta. Por el amor de Dios.

Sinceramente, cuando veía esto se me vino a la cabeza el chiste aquel de Cuba y Fidel. Explicaba que el dictador en sus peroratas decía a los compatriotas, "¡amigos que nadie se acueste sin cenar!". Y los cubanos se veían obligados a permanecer toda la noche en vigilia. Así vamos a acabar nosotros.

Menos mal que para que los pobres tengamos un entretenimiento barato que nos haga olvidar nuestras penurias nos han puesto en casa el "punto G". No gasta luz que está por las nubes, ni teléfono, ni aceite y mientras lo descubres no piensas en la tristeza que supone vernos abocados a consumir marcas blancas porque no hay un duro para Cuca, Calvo y Albo.