El martes, día 22 de este mes, la señora Laura Rivera publicaba un artículo en este periódico con el título "Con pan y vino se anda el camino", donde afrontaba algunos aspectos de la polémica generada en torno a la celebración de la fiesta del Corpus Christi. No voy a entrar en temas que en estos días están siendo debatidos y opinados hasta la saciedad y sin mucho fundamento, sólo quiero matizar o resaltar algunas cosas que aparecen en el artículo, y que, a mi juicio, son importantes y necesarias de reconocer más allá de la ironía.

En primer lugar, quiero manifestar la falta de respeto en el tratamiento que se hace de la Eucaristía. Desde la ironía se banaliza este Sacramento que para los cristianos es fundamental, "fuente y culmen de la vida cristiana" y donde el Señor se nos entrega como alimento. Para los cristianos, Eucaristía y Caridad están íntimamente unidas y son inseparables; ambas se alimentan recíprocamente.

Jesús quedó prendado en el amor a los hombres y quiso quedarse con nosotros. Sabedor de la indigencia continúa de los hombres, se queda como alimento. Es un último gesto de humildad. ¿Un misterio? Quizás mejor un derroche de amor incomprensible a la mente humana y tan sólo explicable con la lógica del corazón.

Pero el amor auténtico, siempre se desborda: el amor de Dios derramado en nuestros corazones, hace que nosotros seamos vehículo de amor.

En segundo lugar, quiero destacar que, desde la visión cristiana del mundo, "el importante Señor" está presente en todos los lugares, más o menos bonitos, pero sobre todo está presente en cada persona y, en especial, en los pobres y excluidos. Por cierto, cita Laura a Atahualpa Yupanqui (Héctor Roberto Chavero), cantautor y poeta argentino, de fama mundial en el siglo pasado. Él se pregunta: "¿Dios vela por los pobres?". Y responde: "Tal vez sí o tal vez no". Nuestra respuesta creyente es: sí y siempre, y lo hace con la mediación humana de los cristianos y de todos los hombres de bien. Por cierto, en 1952, a su regreso a Buenos Aires, Yupanqui rompió su relación con el Partido Comunista.

En tercer lugar, afirma la autora que nos encontraremos compartiendo con los pobres de la tierra, tema también serio y nada frívolo, ya que hablamos de injusticia, dolor y sufrimiento. Si en algo la Iglesia ha destacado es en el servicio caritativo a los necesitados, desde siempre y a veces de manera callada. Son muchas las personas que en muchos lugares de la tierra comparten su vida con los pobres, motivados por su fe cristiana y sin preguntar a nadie por su religión, ni de dónde es, ni qué hace.

La caridad exige misericordia, justicia, paz, dar de comer al hambriento, visitar al preso, tender la mano al joven perdido, acoger al niño necesitado, cuidar al anciano, ayudar al parado, acompañar a los heridos por la droga o por la vida, auxiliar al que sufre la crisis? en definitiva, exige luchar por la dignidad de todas y cada una de las personas. Si Dios nos ama, nosotros le devolvemos amor, amando a todos sus hijos. Convirtiendo en un único mandamiento el mandato de "amar a Dios y al prójimo".

También la Iglesia de Zamora se ha hecho y se sigue haciendo presente en medio de los pobres y excluidos de la tierra, de nuestra tierra. Lo hace a través de los cristianos y de diversas instituciones, pero fundamentalmente a través de Cáritas.

En Cáritas ponemos a la persona en el centro y buscamos que recupere su dignidad, por eso estamos junto a los que carecen de lo básico, junto a los niños que necesitan ayuda, junto a los mayores, tantas veces olvidados en nuestra Zamora rural, junto a los desempleados o mal empleados, fomentando el empleo digno, de calidad y estable. Junto a las personas víctimas de las drogodependencias o de otras enfermedades, junto a los que no tiene hogar o vienen a nosotros buscando una vida mejor. Y así, podríamos citar a más colectivos de personas que acuden a Cáritas Diocesana de Zamora, a través de sus Cáritas parroquiales y de sus centros y programas, cerca de 12.000 en el año 2017.

Ahí nos encontraremos, eso esperamos, señora Rivera, pero la verdad es que son escasos, o más bien inexistentes, los políticos de su formación y de otras formaciones políticas que se acercan a la realidad de la pobreza o al menos a intentar comprenderla y combatirla. Estaremos encantados de encontrarnos en ese compartir fraterno con los pobres de la tierra, cada cual desde sus planteamientos, pero en la dura realidad del día a día y con rostros y nombres de personas concretas que sufren la pobreza y la exclusión. Rostros que para nosotros son hermanos e hijos de Dios, con los cuales nos hacemos Pan partido y Sangre derramada.