"Fue una maestra que solo, quería ser maestra".

María del Mar del Pozo Andrés.

Nació doña Justa Freire Méndez, en el pueblo zamorano de Moraleja del Vino en el año 1896, donde recibió la educación primaria, pasando posteriormente a Zamora, donde cursó la carrera de Magisterio. En el momento del nacimiento de doña Justa Freire, tenía Moraleja del Vino, en palabras de la profesora doña María del Mar del Pozo Andrés, autora del libro titulado "Justa Freire o la pasión de educar" "una tradición ilustrada y ofrecía unas posibilidades culturales superiores a las de otros pueblos en el último cuarto del siglo XIX".

Doña Justa Freire mostró siempre un carácter voluntarioso para el estudio, lo que le llevó a cursar la carrera de Magisterio en Zamora y su posterior ejercicio apasionado de la enseñanza con gran dignidad, aplicando nuevas técnicas de vanguardia, siguiendo los métodos más avanzados de la Institución Libre de Enseñanza.

Justa Freire vivió distintos momentos en su ejercicio de maestra. Comenzó ejerciendo en una pequeña escuela rural en la Sierra de Ávila, pasando al Grupo Escolar Cervantes de Madrid y a continuación fue nombrada directora del Grupo Escolar Alfredo Calderón, donde traslada sus experiencias adquiridas en el Centro Escolar Cervantes y su formación en los viajes por Europa, Bélgica y Francia, donde fue becada por la Junta para la ampliación de estudios.

Sus técnicas de enseñanza y modelo educativo estaba basado en la comunicación con los niños, en el diálogo, en la actividad de los niños dentro y fuera de la escuela, en la educación en la libertad de pensamiento, en el experimento. Durante la II República ostentó el cargo de delegada nacional de la Infancia Evacuada, cuyo objetivo era continuar con la educación de los niños evacuados por causa de la guerra.

Leyendo las declaraciones que efectuaron las personas en su apoyo en el proceso seguido contra ella, me han llamado la atención las declaraciones de doña Encarnación Sancho Vallés que, declaró conocer a Justa Freire desde hacía tres décadas, y la describió como una persona honorable por todos los conceptos, muy enamorada de su profesión y trabajadora extraordinaria.

En el plano de la amistad, doña Justa Freire hizo de la amistad una religión. La gran condena de Justa Freire fue en el año 1939 cuando no pudo dedicarse a enseñar. Justa Freire maestra, nada más y nada menos.

Queridos paisanos zamoranos, Justa Freire merece, nuestro rendido homenaje, porque fue una maestra comprometida y luchadora por una educación libre, pública, de calidad, en igualdad y para todos; la enseñanza no puede ser privilegio de unos pocos.

No puedo por menos que concluir estas líneas con sus palabras:

"Magnífica noche de luna.¡ Qué lástima que haya guerra!

Yo que necesito tan poco para ser feliz: trabajo y paz".

Estas palabras de Justa Freire, nos deben hacer reflexionar sobre nuestros objetivos en la vida: trabajo y paz

La base del progreso de una nación, de un pueblo, es la buena enseñanza, Justa Freire dio su vida por la buena enseñanza. Nuestro recuerdo a una zamorana de pro, de Moraleja del Vino.

Pedro Bécares de Lera