seguro que la mayoría conocéis a Andrés Iniesta, jugador de futbol del Barcelona y de la Selección Española. Hace un par de semanas, acompañado por su familia, directivos y jugadores del Barcelona, comunicó su decisión de dejar el club azulgrana al que llegó desde su Fuentealbilla natal con 12 años y en el que, a lo largo de 22 años, se ha consolidado como capitán y una de la piezas más importantes de la historia de la entidad, con un palmarés excepcional: 32 títulos entre Ligas, Copas del Rey, Champions League, Mundial y Eurocopas. A partir de este momento se han escrito cantidad de artículos sobre su calidad como persona y futbolista, con un denominador común: que todos son laudatorios en un país tan amigo de echar abajo ídolos y personajes públicos.

¿Qué es lo que está a la base de esta opinión tan positiva de los medios y de la gente? Yo creo que una serie de valores humanos y deportivos que me gustaría resaltar en este artículo. Iniesta ha trabajado mucho y ha pasado por muchas para llegar a conseguir su objetivo en la vida. Dejar su pueblo y su familia con 12 años para venir a Barcelona supuso un fuerte impacto con noches repletas de lágrimas provocadas por la soledad y la añoranza. Fue muy duro para él, pero mereció la pena porque "cuando uno quiere algo, no puede estar exento de sacrificios". Iniesta es un hombre que ama la familia. En cuanto pudo trajo a sus padres de Albacete para tenerlos con él en Barcelona. Ha formado una familia con Anna y tres hijos de los que dijo: "Anna es la persona más maravillosa que he encontrado en mi vida y nos hemos regalado estos tres tesoros que tenemos". Todo un esposo y padre.

Es una persona agradecida, al club "que me ha dado todo", a sus compañeros, a la afición y a la gente "que me ha visto crecer y me ha apoyado en las buenas y en las malas". Es una persona honesta. Tiene 34 años -para su profesión ya es una edad alta- y es consciente de que en un equipo de tanta exigencia no podría dar lo mejor de sí a nivel físico ni mental. "Si no puedo darlo todo no sería feliz".

Todos los que lo conocen resaltan su humildad. Teniendo un gran talento futbolístico, estaba siempre en disposición de aprender de sus compañeros. "Hablaba poco", dice uno de sus entrenadores de esta época de la Masía, "escuchaba. Nunca habló por hablar. Si decía algo siempre tenía un sentido". "Quiero ser recordado como un gran futbolista y una gran persona. Espero haberlo conseguido. Al final el fútbol pasa y lo que quedan son las personas". Pues hasta siempre, amigo Iniesta. Gracias por los buenos ratos que nos has hecho pasar como gran futbolista y como excelente persona.