Un informe del Colegio de Economistas de Valladolid sobre los sectores agropecuario y agroalimentario de Castilla y León pone el dedo en la llaga al analizar la situación de Zamora: la actividad agrícola y ganadera en la provincia, "generadora de empleo y de riqueza" podría aportar mucho más a la economía local si no estuviera lastrada por la falta de relevo generacional y por una escasa visión comercial. Recomienda el informe regional dar un empujón a la transformación de productos para no exportar solo materias primas y una estrategia más definida para llegar a todos los mercados.

El sector agroalimentario es uno de los pilares de la economía provincial porque engarza la producción agropecuaria con la industrial y mantiene un tejido social imprescindible para garantizar la supervivencia del ámbito rural. Ha resistido mejor que otros los embates de la crisis porque genera mercancías de primera necesidad, con una demanda constante a pesar de la pérdida de poder adquisitivo. No obstante, es muy vulnerable porque depende directamente de los sectores productivo, transformador, comercializador y distribuidor.

El estudio del Colegio de Economistas de Valladolid recomienda al sector agroalimentario impulsar los procesos de innovación y promover fuentes de financiación alternativas. Echa en falta también una regulación eficiente y "más ágil" para mejorar sus procesos de producción y acceder "al mercado exterior en condiciones de competitividad".

La industria agroalimentaria de Castilla y León, según el estudio, debe "sacar ventaja competitiva del enorme potencial que tiene, compensando las debilidades que lastran su crecimiento". Para ello recomienda apostar por la calidad y la seguridad alimentaria, además de por la innovación y la formación de los recursos humanos. Es imprescindible, además, la transformación digital de las empresas, lograr una cadena alimentaria más sostenible y mejorar los procesos productivos con tecnologías más eficientes y de menor impacto ambiental.

Los sectores agropecuario y agroalimentario tienen que sortear también el principal problema que afecta a Zamora y al resto de provincias de Castilla y León y de otras comunidades autónomas del interior: la despoblación y el envejecimiento que agarrotan al ámbito rural. Es urgente incrementar la financiación y la investigación comercial para mejorar la venta de productos. Romper estos condicionantes supondría incrementar el potencial de las empresas dedicadas al sector de la alimentación en Zamora, en la actualidad muy atomizadas; de hecho más del 85% son microempresas, con menos de diez trabajadores.

La reindustrialización de Zamora tiene que venir de la mano de la agroalimentación, que todavía tiene un gran potencial de crecimiento porque la provincia cuenta con un porcentaje importante de materias primas, más del 50%, que no se transforma en el ámbito local y sale camino de otras comunidades autónomas. Es significativo lo que ocurre con el porcino, el subsector más importante por facturación de la actividad ganadera, que concentra casi toda su actividad en la venta de animales vivos, sin que la transformación tenga el peso que correspondería al censo.

Los alimentos producidos en la provincia son de una gran calidad y, sin embargo, tienen dificultades de distribución porque dependen de canales foráneos, controlados desde el exterior. Es necesario, según los expertos, invertir más en la formación de los trabajadores -sobre todo en el aprendizaje de idiomas y en la preparación digital-, apostando de forma clara por la exportación. Es difícil mantener un negocio estable teniendo solo en cuenta a los consumidores zamoranos, que disminuyen en un número de 3.000 cada año desde hace tres lustros. Solo la potenciación de la comercialización en el exterior asegura un crecimiento sostenible de los negocios.

La provincia parte desde muy abajo. Su potencia exportadora es escasa, concentrada sobre todo en materias primas. Tiene un campo inmenso para crecer porque tiene lo que demandan los consumidores del exterior: productos de calidad elaborados con plenas garantías de salubridad y cumpliendo la exigente normativa comunitaria. Los datos son esperanzadores. Zamora cerró el año 2017 con un aumento de las exportaciones de cerca de un 18%. En los once primeros meses del pasado ejercicio las empresas zamoranas habían vendido fuera de España productos por valor de algo más de 188 millones de euros. El incremento demuestra que es posible crecer y que los productos son competitivos.

El incremento de las ventas en el exterior es el único camino para asegurar el crecimiento de la industria agroalimentaria que tiene que seguir haciendo esfuerzos para ampliar su potencial transformador. El ideal sería que todas las materias primas que se producen se transformen en la provincia. La reindustrialización sería un hecho y se conseguiría así frenar la pérdida de población. Lograrlo sería cumplir el objetivo por el que luchan desde hace años partidos políticos, colectivos sociales y la ciudadanía en general. Por eso el esfuerzo merece la pena.