L a educación se encuentra en nuestro país en una encrucijada difícil de resolver provocada fundamentalmente por el abandono al que la han sometido nuestros políticos, que prefieren una población desconectada y despreocupada por los problemas educativos y culturales, pues piensan que de esta manera siempre serán más dóciles y por tanto más fáciles de dirigir. Hoy los alumnos se encuentran abandonados a su suerte, aunque siempre hay "excelencias" y alumnos responsables que tiran para adelante a pesar del empobrecimiento del sistema educativo. Nunca debemos olvidar que la educación es un instrumento de libertad y desarrollo al que nadie debe renunciar, porque, en definitiva, prepara para vivir en sociedad, para el trabajo, para liberar al ser humano de las limitaciones de su origen. Es, por tanto, un derecho universal que va unido a la dignidad del ser humano. Y este derecho o no se cumple o no interesa que se desarrolle plenamente. Hay un claro interés por no afrontar el problema por lo que la degradación de la enseñanza empieza a ser alarmante. Un sistema educativo inadecuado, que no es capaz de atender las necesidades de quien lo sufre, nos presenta a los alumnos como los fracasados, cuando en realidad lo que fracasa es el propio sistema.

He sido profesor, y a la vez he intentado ser maestro, durante casi cuarenta años y a lo largo de mi vida académica he tenido permanentemente presentes las palabras de A. Einstein, "nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber", por lo que he procurado que el alumno encuentre una solución ética a diversas y complejas situaciones de su existencia. Hoy las cosas son más difíciles, la sociedad más compleja, por lo que son necesarios más medios y distintas técnicas de trabajo. En estos tiempos lo importante no es la información y el conocimiento, sino que el alumno participe en la construcción de lo que va a ser su competencia, base del conocimiento, y consolidar así unos cimientos firmes. Se trata de dar una "educación para la vida", que en el alumno despierte el deseo de mejorar continuamente sus conocimientos y a la vez adquirir la facultad de ampliarlos por sí mismo y de utilizarlos con fines prácticos. En definitiva, la escuela debe contribuir a forjar el bienestar del alumno, cualquiera que sea la decisión que tome a lo largo de su vida.

Digo todo esto porque en mi convalecencia ha venido el hijo de un amigo, que estudia 1º de Formación Profesional Básica, para que le explicara algunas cosas que no entendía del libro de texto. Por casualidad tomo el libro de ciencias sociales y lo abro al azar y me encuentro en el tema del arte egipcio con esto: "La pintura y los relieves egipcios tenían una perticularidad (sic) que hace (sic) inconfundibles: la cabeza y las estremidades (sic) estaban siempre de perfil, pero el torso estava (sic) de cara". De estos exabruptos están llenos los libros de este curso y sin embargo ni la Asociación de Padres, ni los profesores, ni la Inspección, ni el Director Provincial han intervenido en semejante descrédito. Pero al final son los alumnos los que sufren las consecuencias de este caos en el que ha entrado la administración de la educación. Es duro de digerir que todavía discutamos sobre laicidad o separación de sexos, incluso alguna sentencia nos retrotrae a tiempos pasados, y no avancemos en lo más elemental, la formación de nuestros jóvenes. Recuerdo que en mi época de estudiante de bachillerato, un joven profesor, Agustín García Calvo, nos escribió un maravilloso libro para trabajar el latín en clase, entonces las humanidades afortunadamente eran imprescindibles, libro que desgraciadamente he perdido, pero que aún recuerdo sus palabras iniciales, se titulaba "Viriati vita" y comenzaba: "Ubi nunc vivimus, olim lusitanorum terra erat, tunc romani populos multos bello superabant". Qué diferencia de textos, el del hijo del amigo y este que tiene cobijo en el recuerdo y que su autor nos entregó, porque como insinuaba A. Machado: "en cuestiones de cultura y saber, sólo se pierde lo que se guarda; sólo se gana lo que se da".

P.D. innecesaria: Alumnos es nombre genérico, por lo que se refiere a alumnos y alumnas.