César Brandon es un joven poeta ecuatoguineano de 24 años desconocido hasta que ganó el primer premio en Got Talent España, que no era de poesía, sino un reality de cantantes, bailarines y habilidades varias. Ganó la emoción que suscita una poesía no grandilocuente y canónica, sino la escrita con la sencillez y pureza de la sinceridad. Además, Brandon obtuvo el suculento premio de 25.000 euros y un coche por solo tres poemas, un reconocimiento económico que nuestros mejores poetas solo alcanzan en España cuando les conceden el Premio Cervantes; el Nacional de Literatura en su modalidad de poesía está dotado con 20.000 euros.

Al margen de estas consideraciones, hay un elemento al que los medios de comunicación han prestado poca atención: César Brandon es ecuatoguineano, de la misma estirpe que Francisco Zamora y Ciríaco Bokessa, que figuran, entre otros escritores, en la primera antología de la literatura de Guinea Ecuatorial, elaborada por Donato Ndongo-Bidyogo y en la magna obra "Nueva Antología de la Literatura de Guinea Ecuatorial", recopilada por M'Bare N'Gom y Gloria Nistral.

A pesar de los ingentes esfuerzos de estos autores y del tesón de un editor como Basilio Rodríguez Cañada, primero en Sial y después en Sial-Pigmalión, los escritores ecuatoguineanos son muy poco conocidos en España. Irrumpió con fuerza la novela "Ekomo" de María Nsue Angüe, publicada por la UNED en 1985 y reeditada por Sial en 2008. Es una obra en la que se entrelazan, como ha subrayado Gloria Nistral, "una narración realista con elementos mágicos". Llegó después la trilogía de Donato Ndongo "Las tinieblas de tu memoria negra" (1987), "Los poderes de la tempestad" (1997) y "El metro" (2007), escritas con gran fuste literario.

Estos escritores han superado el localismo étnico, alimentado por el colonialismo, y han sabido ofrecernos unas obras de gran alcance universal, como el nigeriano Wole Soyinka y el egipcio Naguib Mahfouz, ambos premios Nobel de Literatura. El hecho de escribir en la lengua colonial, en este caso española, no resta ni frescura ni originalidad a sus creaciones literarias. Al contrario, contribuye también a enriquecer un idioma que hablan más de 400 millones de personas, la segunda lengua más hablada en el mundo después del chino.

Aunque tarde, el gobierno español empezó a impulsar el conocimiento y la difusión de nuestro idioma a través del Instituto Cervantes, creado en marzo de 1991 y dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. El Instituto Francés de América Latina, por ejemplo, se creó ya en 1944. Sesenta y seis años antes varias personalidades francesas, como Louis Pasteur, Ferdinand Lesseps, Julio Verne, Ernest Renan y el editor Armand Colin fundaron en París la Alianza Francesa, que cuenta actualmente con más de mil centros en 136 países.

El idioma ha dejado de ser un instrumento de dominación colonial, para convertirse en un gran promotor de valores culturales. Aunque hay en África escritores del talento del keniano Ngugi wa Thion'go que emplean su idioma materno, en su caso el kikuyu, como un medio de reafirmación y de beligerancia cultural, la mayoría de los grandes escritores africanos usan habitualmente la lengua oficial, como Soyinka, Léopold Sédar Senghor, Chinua Achebe, Mongo Beti o Ahmadou Kourouma. Gracias a ello, sus obras han tenido mucha más difusión internacional. De la novela "Todo se desmorona" de Chinua Achebe, publicada en inglés en 1958, se vendieron más de seis millones de ejemplares.

Quizá algún día César Brandon pueda alcanzar el sueño de ser un gran poeta como el senegalés Senghor o el malgache Jean-Joseph Rabearivelo. No podía haber empezado mejor para conseguirlo. La poesía le debe, de momento, que haya sido valorada y querida por una audiencia poco acostumbrada a estas exquisiteces.