Siguen los estudiantes movilizándose por la igualdad en la educación con el lema de siempre: "El hijo del obrero, a la Universidad". Porque la educación del hijo del obrero sigue siendo una verdadera carrera de obstáculos que tiene que salvar: la Infantil antes de los tres años no es gratuita ni llega a todos los sitios; en la ESO se ha conseguido que la hija del obrero estudie al menos hasta los 16 años -antes de la LOGSE era sólo hasta los 14 años-, y con ello pueda acceder al Bachillerato o la Formación Profesional siempre que esté cerca de casa o tenga una beca, porque aquí se acabó la gratuidad y algunos estudiantes se quedan a medio camino.

Ya a la puerta de la Universidad, los hijos e hijas de las obreras parecen suponer una amenaza para las clases dominantes que temen que por la vía de la educación puedan emanciparse socialmente, ocupar y democratizar el poder.

De ahí que las reformas educativas del PP hayan impuesto más barreras al "caballo cuatralbo, jinete del pueblo, que la tierra es tuya", y para evitar que les gane la carrera el hijo del obrero se inventaran dos reválidas que mantienen en el congelador -una tras la ESO y otra tras el Bachillerato-, y continúen con la antigua Selectividad, llamada después PAU y ahora EBAU, para ir a la Universidad.

Por si alguien dudara de la influencia en el sistema educativo de la política -en este caso del PP en el gobierno que no quiere que gane el jinete del pueblo- un nuevo debate ha puesto de manifiesto que es así: el de la brecha territorial de la EBAU. Como las Comunidades Autónomas tienen un amplio margen para elaborar el examen de la EBAU, algunas lo ponen más fácil que otras, con lo cual los alumnos de la EBAU fácil sacan mejores notas y ocupan los puestos de las Universidades de otras Comunidades.

Evidentemente es un problema derivado de la política del Estado de las Autonomías, que podría paliarse en parte con una prueba única para toda España, como están demandando Comunidades como la nuestra, donde los estudios PISA dicen que somos los mejores...salvo en la EBAU porque la ponemos difícil.

Aunque tampoco se conseguiría la igualdad en el acceso, porque la nota de la EBAU depende también de la media del Bachillerato. Y no hay que olvidar que existe una doble red de centros, públicos y privados, y que los últimos tienen muchos mecanismos para "seleccionar" al alumnado, pocos controles sobre las notas que ponen y algunos intereses económicos como empresas privadas que son. Si no fuera así, ¿para qué una selectividad o EBAU, que obliga a los estudiantes a jugarse en un solo examen lo que ya han demostrado con cientos de pruebas durante el Bachillerato? La nota del Bachillerato sería suficiente para seleccionar a los mejores estudiantes para la Universidad, porque incluso aunque hubiera un factor subjetivo o "enchufe" en la calificación de algún profesor, éste se vería minimizado por la evaluación de todos.

Si pese a las miles de barreras el hijo del obrero llega a la Universidad pública -a la privada se llega superando una sola barrera, la económica- tras la reforma del PP que ha rebajado la duración de los estudios a 4 años rebajando a su vez la validez del título universitario de Grado, la hija de la obrera se encuentra con la barrera del máster que vuelve a ser económica por los elevados precios que tiene. ¡Y vuelta a empezar! Algunas se quedan al final del camino, por el precio y por el tiempo que tienen que dedicarle a estudiar cuando en la familia se va necesitando que empiecen a trabajar.

Y cuando los hijos e hijas de parados, precarios, jubilados, despedidos, obreros, profesionales, empresarios, autónomos... unos con más dinero y otros con más sacrificios, están cursando ya un máster universitario se topan con el notable Máster de Cifuentes: sin clases, sin exámenes, sin actas, con firmas falsas. ¿Virtual? ¿De plasma?

Todo el esfuerzo del hijo del obrero y de los hijos de cualquier persona honrada se topan con la desigualdad de trato de toda una Universidad Pública hacia una política con cargo en plaza: de nuevo la educación como reflejo de la política de corrupción que nos gobierna.