Las preocupaciones de hogaño nada tienen que ver con las de antaño. No ha tanto, en los años del plomo etarra, la gran preocupación de los españoles era el terrorismo. Sin que hayamos visto publicada en ningún diario español o extranjero la necrológica que certifique la defunción de Eta, el terrorismo ya no es tema de preocupación para los españoles. La Policía Nacional y la Guardia Civil nos tienen al abrigo de posibles atentados provenientes del orbe islamista, de ahí que no goce del interés ciudadano como antes.

El barómetro del CIS ha hablado, cual oráculo de Delfos, para informarnos de las principales preocupaciones que alteran a los ciudadanos. La lista está encabeza por el contumaz paro cuya preocupación no nos abandona. Al que le toca le hace polvo. Sobre todo cuando el paro sorprende a una edad en la que es poco menos que imposible conseguir un puesto de trabajo decente por mucha preparación, por mucho curriculum y por mucho máster que se tenga. Le sigue la corrupción que, no obstante, ha bajado puntos, a continuación aparecen los políticos de los que no podemos librarnos ni en sueños, los problemas de índole económica y el problema que se ha colado en el quinto lugar de la preocupación ciudadana, hasta el punto de alcanzar, por segundo mes consecutivo, su nivel más alto de los últimos treinta años, es el futuro de las pensiones que a todos nos traen a mal traer.

Crece el número de españoles que piensan que no lograran cobrar nunca la anhelada pensión. El personal tiene miedo por mucho que se haga el valiente. Mire que si cuando se jubile y vayan a abrir la cajita que contiene los caudales, no hay los euros suficientes para satisfacer su pensión. La ciudadanía piensa que hay que hacer algo con urgencia, sin demorarse más. La mayoría apunta a que la solución pasa por no ser tan generosos con los políticos, es decir que cobren menos y que se curren la jubilación como todo hijo de vecino, acabando con esas 'máximas' escandalosas que a todos nos retuercen.

Lo que en verdad resulta preocupante del susodicho barómetro es la escasa preocupación que generan en los encuestados los problemas relacionados con la mujer o la violencia machista, y eso que el trabajo de campo realizado por los encuestadores se llevó a cabo en los mismos días de la huelga feminista, que no femenina, del 8 de marzo.

Que tan sólo un uno por ciento de los ciudadanos españoles citen la situación de las mujeres como uno de los tres principales problemas, da que pensar. Tanto esfuerzo, tanta campaña, tanta reivindicación y tan poca consideración. Pero esto es lo que hay. Esto es lo que opinan los españoles. Los encuestados son los que ponen en marcha el barómetro, los que suben y bajan el interés por las distintas cuestiones que más y menos preocupan.

Posiblemente habrá un gran número de personas que se muestre de acuerdo con este último ranking, otros muchos habrían incluido otras preocupaciones que ahí se quedan, esperando al siguiente barómetro por si cuela esa preocupación particular que tiene cada uno.