Aseguran quienes lo han visto que el casino más loco del mundo se encuentra en Macao, la última colonia que un país europeo entregó a China en 1999, después de 442 años de presencia portuguesa. Pekín le concedió el estatus de región administrativa especial. Macao es una península con apenas 30 kilómetros cuadrados (llegó a tener tan solo 2,8 según los registros precoloniales) y el único territorio chino en donde está legalizado el juego. Se encuentra junto a la provincia china de Cantón y es con sus 648.000 habitantes la región más densamente poblada del mundo: más de 21.000 habitantes por kilómetro cuadrado.

No es su único récord. En Macao se encuentra el mayor casino del mundo con más de 900.000 metros cuadrados, cuyo propietario es Sheldon Aldeson, el magnate norteamericano que quiso -y no lo consiguió- construir una réplica de Las Vegas en Madrid. En este pequeño territorio hay 36 casas de juego, que recaudan al año unos 50.000 millones de dólares y es el tercer país del mundo con mayor renta per cápita, con 90.151 dólares, después de Qatar y Luxemburgo. La explotación de casinos y juegos, abiertos las 24 horas del día, proporcionan el 70 por ciento de los impuestos.

Aunque no con este nivel, el juego era ya un gran negocio cuando visité Macao en la primavera de 1995. Recorrí en barco los aproximadamente 70 kilómetros que la separan de Hong Kong, entonces todavía colonia británica. En esta megaciudad estaba prohibido el juego. Cuando el barco entró en las aguas jurisdiccionales de Macao, empezaron a repartirse cartones para jugar y tarjetas de raspa y gana. Era el aperitivo para apostar después en los casinos.

Las salas de azar más concurridas en Macao en aquellos momentos eran Jai Alai (fiesta alegre y cesta punta en euskera) y, el Casino Lisboa, regentados por Stanley Ho, que tenía el monopolio del juego hasta que se permitió la entrada de inversores extranjeros en 2002. Había también un gran Canódromo. Ante su entrada se erigía un templete con la imagen dorada de un Buda con cuatro caras; llevaba joyas, vasijas y otros objetos que simbolizan la fortuna. Es la imagen que más me impactó después de contemplar las llamadas ruinas de la catedral de San Pablo, que no fue en realidad una catedral, sino la iglesia de la Madre de Dios, construida en estilo barroco por los jesuitas en 1640 y destruida por un incendio en 1835. Queda en pie la fastuosa fachada de granito y una colosal escalera de 68 escalones.

Lo que ha desaparecido hace ya muchas décadas es una moneda española. Me habló de ella un octogenario portugués nacido en Macao. Me sorprendió. Al consultar ahora algunos datos actuales sobre esta pequeña península he visto fotografiada esa moneda de plata de cinco pesetas. En el anverso aparece la imagen de Alfonso XIII con la leyenda: "Alfonso XIII PLGDD [Por La Gracia De Dios] Rey C. [Constitucional] de España". Está emitida en 1897, cuando el rey tenía 11 años, y lleva sobre su rostro una inscripción con grandes caracteres chinos. Imprimí la moneda, le pregunté a un chino que regenta un gran bazar qué significaba la inscripción y me contestó sonriente: Macao.

En Macao circulaba también en esa época una moneda llamada pataca, acuñaba en Portugal y utilizada con el escudo en algunas de sus colonias, como en Brasil, Goa y Timor, e incluso en México. En Macao se empezaron a emitir billetes de pataca en 1901 y su convertibilidad se hacía en relación al dólar de Hong Kong. La pataca, fraccionada en avos, solo se emplea actualmente en Macao.

La peseta, que empezó a circular como unidad monetaria en España en 1868, se adoptó en Macao debido a la escasez de su propia moneda en el territorio. Los comerciantes marcaron con un punzón algunas monedas extranjeras para permitir su circulación. Lo hicieron sobre todo en piezas de 5 pesetas españolas, 5 francos franceses y 8 pesos mexicanos. Las más antiguas contenían la palabra Macao. Posteriormente, se marcaron algunas piezas que se podían usar en las salas de juego.

Actualmente, las monedas que circulan en los casinos de Macao son el yuan chino y los dólares de Hong Kong, que es la moneda más intercambiable del mundo; un dólar americano vale 7,7 dólares de Hong Kong. Esto favorece el blanqueo de dinero de los chinos, que son grandes aficionados al juego de azar y los mejores clientes de Macao.