Si ponemos la atención en Siria y en lo ocurrido días pasados en Duma, caben dos preguntas, ¿estamos viviendo la tercera guerra mundial o estamos asistiendo al final del mundo? Por lo menos del mundo que conocíamos hasta ahora. No lo sé. Pero me importa y mucho lo que ocurre en Siria. Me importa y mucho que las grandes potencias dejen de meter sus narices en los conflictos de otros países porque en lugar de mejorar, empeoran la situación.

Entiendo que no hay que dejar al cruel Daesh campar por sus respetos conociendo las atrocidades que comete. Por donde pasa el Daesh ya no crece la hierba. Pero es que en Duma no sé si podrán crecer los niños que han sido gaseados. Cómo es posible que la Organización de Naciones Unidas no dé un golpe sobre la mesa con la necesaria contundencia como para conocer su posicionamiento real. A veces la Onu se queda en la paja y deja escapar el grano aventado por los motores de los aviones que llevan destrucción y muerte en sus entrañas.

A mí que Trump no me cae ni bien ni medio bien, tengo que reconocer que tiene razón cuando al referirse a Assad lo llama "animal", de la peor especie añado yo. Un carroñero, un asesino que consiente lo que todo el mundo sabe que está ocurriendo en esa zona en permanente guerra. ¿Es acaso el embrión de la Tercera Guerra Mundial? Recordemos que todas las grandes superpotencias están allí metidas. Fundamentalmente Estados Unidos y Rusia que le hace el juego al presidente Assad. Por mucho menos se cargan a otros mandatarios, con este no pueden o simplemente no quieren que desaparezca del mapa porque todos sacan algo entre las uñas.

Un ataque químico, con lo que hoy han avanzado las armas químicas es atroz, terrible, imperdonable y de consecuencias nefastas. Es verdad que no se puede dejar a la población civil en manos del Daesh sabiendo cómo se las gastan esos talibanes del odio. Pero tampoco se puede dejar en manos de un sanguinario como Assad. El mundo pretendidamente civilizado está en la obligación de hacer suyo el problema, de alzar la voz por las voces que en la zona no se escuchan, no pueden escucharse porque ni fuerza tienen para expresar su miedo. No podemos permanecer impasibles.

Los del activismo absurdo, ya podían dejar su odio también absurdo hacia todo lo establecido e iniciar una campaña contra esta situación, una campaña que secunden no sólo los activistas del resto del mundo, sino los ciudadanos de bien del mundo mundial. Si el animal de Al Assad es el problema que se vaya exiliado a la Rusia de su amigo Putin y no vuelva. Iba a decir que, una vez allí, hicieran con el Animal lo mismo que él ha hecho con la población de Duma, lo mismo que los servicios secretos rusos vienen haciendo con sus, en otro tiempo, espías que se han refugiado en el Reino Unido. Pero eso sería ponerme a la altura de semejantes alimañas.

Tiene que haber otras soluciones. La Diplomacia mundial está en la obligación de reunirse, buscar soluciones y actuar por esa vía, la del diálogo. Y si es imposible que se actúe en consecuencia con los principales actores de esta tragedia permanente que se vive en Siria. Deténgase a pensar con tranquilidad. Lo que ocurre en Siria ¿es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial o el inicio del fin del mundo?