Cuando el campo de batalla es el de las grandes ambiciones, todos los contendientes están preparados para enfrentarse al fuego enemigo. Sin embargo no es el fuego amigo el que menos bajas causa. Hemos visto mil ejemplos de ello, el más reciente el pim, pam, pum en torno a Cristina Cifuentes y su máster-no máster.

Una situación que se va deshojando como una margarita y en la que, como en otras escenificaciones teledirigidas que hemos conocido, cuando la víctima da un paso en una dirección o hace unas manifestaciones en un sentido concreto, sin solución de continuidad aflora a la tinta impresa o a la pantalla televisiva un dato, documento o testimonio, que echan por tierra todo el esfuerzo desplegado para justificar lo que justo antes era "lo último" y justo después pasa a ser solo un ladrillo más en el muro.

De ahí a la impresión generalizada del púgil grogui media un mínimo paso. La presidenta de la Comunidad de Madrid es ya un boxeador que gira sobre sí mismo lanzando golpes hacia los adversarios políticos para defenderse cuando, a todas luces, quien le está castigando el hígado, manejando la información y los tiempos, proviene de sus propias filas. Firmó Adenauer una de las sentencias más agudas cuando de hablar de política de partido se trata: "Hay tres tipos de enemigos, los enemigos a secas, los enemigos mortales y los compañeros de partido".

Cuando en el PP saltan las alarmas ante los datos de unas encuestas que empiezan a hacer tambalear su estructura de poder permanente fruto del bipartidismo alternante, la gran guerra empieza a librarse de puertas adentro. No es cómo recuperar la confianza de los ciudadanos, sino cómo cada uno puede mantenerse vivo por mal dadas que le vengan a su partido y quién heredará las ruinas a las que Rajoy y su más cercano círculo de "groupies" han reducido al PP.

Para igualar el bagaje rajoyista sirven muchos de sus miles de militantes, sin embargo solo tres nombres figuraban en todas las quinielas: Núñez Feijóo, la propia Cifuentes y la vicepresidenta Sáinz de Santamaría, "dueña" de los servicios secretos y del dinero que controla a los grandes medios. Cuando el gallego se movió un poco, apareció una foto tomada en el barco de un empresario que varios años después fue condenado por narcotráfico. Cuando Cifuentes se consolidaba como referencia interna salta la liebre, no sobre si cursó el máster o no, sino sobre si presentó el trabajo final y por lo tanto obtuvo el título, que alguien parece tener claro desde el principio que no.

En "El Padrino", Vito Corleone recomienda a su hijo Michael: "Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos". Es más fácil acabar con ellos, podía haber añadido. El PP se reúne en Sevilla para enterrar una encina, metáfora de una Cifuentes, pillada en mentira, a la que Sáenz de Santamaría y su corte con zamoranos (¿recuerdan el asunto Valdeón?) sentenciaron hace tiempo.

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