Si algo debiera caracterizar al ser humano; al suponerse que tiene sentido de la razón, de su supuesta sociabilidad, de la debía empatía que tendría que ostentar, como del respeto y consideración a sí mismo, y consecuente y coherentemente hacía los demás, con el fin de hacer una convivencia lógica y sensata, al ser posible agradable y comunicativa; es el sentido de la humanidad, que se basa, en parte, en todo lo acabado de citar, entre otros aspectos.

Y otros aspectos serían, los de ámbito jurídico, el respeto escrupuloso a las leyes, que en un estado social y democrático, como es España, las han aprobado los representantes, libremente elegidos, de todos los españoles, teniendo en consideración sus necesidades, sus aspiraciones, las circunstancias de tiempo y lugar en el momento en que se sancionaron; y que persiguen, como motivadamente se expresan en sus preámbulos, el bien general de la ciudadanía; lo que obliga a toda ella, sin excepción, a respetarlas, para no perjudicar con su posible inobservancia los derechos y aspiraciones de los demás conciudadanos; como pudieran derivarse de no pagar los tributos, de conductas que atenten contra la seguridad vial, etc, perjudicando la disponibilidad de medios económicos para atender los gastos de sanidad, de educación, de pensiones, de bienestar social, etc, etc etc,; es decir a las infinitas competencias y tareas que tienen que atender las diferentes Administraciones Públicas para lograr que las gentes tengan asegurada una excelente atención médica, una formación humana y profesional de calidad, o no estén en peligro de accidente, con lo que conlleva de sufrimientos, gastos hospitalarios, perdidas de las compañías de seguros, y la muerte en muchos casos.

Ah¡ y no olvidemos los mandatos religiosos de quiénes dicen profesar una determinada fe; pues así la católica, por ejemplo, contempla el "amaros los unos a los otros?."; pues toda manifestación exterior, por ejemplo, en la calle, cuyos componentes sean incoherentes en la vida profesional, familiar, ciudadana, etc., con la observancia y respeto a los mandatos evangélicos, son unos incoherentes, unos farsantes, etc., que lo único que consiguen es perjudicar la imagen y la buena "marca" de la fe que dicen observar.

Como siempre es la educación, y la reflexión que debiera conllevar, la que nos debiera impulsar a ser más responsables en todos los ámbitos de nuestra vida, especialmente a los que tienen ascendencia sobre sus retoños, sus trabajadores, sus compañeros, etc.

Lamentablemente la hipocresía, moneda común en estos tiempos que corren, donde la "interpretación como gente guay", hay que reconocerlo, es "genial", dificulta que el sentido de la humanidad sea "moneda corriente" para lograr una "economía de la vida" más "desarrollada"; y haya "sensibilidad, compasión de las desgracias de otras personas; benignidad, mansedumbre, afabilidad".

Sancho de Moncada