No descubro nada nuevo si digo que con la llegada del euro, el 1 de enero de 2002, y la aplicación del redondeo, nos han hecho la puñeta. La cosa ha ido a peor. Se ha sofisticado tanto el redondeo que, de unos céntimos, hemos pasado a unos euros. El redondeo tiene cada vez un diámetro mayor y nadie dice o hace nada para evitar que se forme un bolo de padre y muy señor mío. El redondeo se aplica a todo, especialmente a la alimentación, la gran perjudicada.

El redondeo es algo así como una estafa. No se me ocurre otra palabra. Y en esa estafa, los grandes perjudicados somos los consumidores. Tanto como se vigila desde instancias gubernamentales a los de la nómina fácilmente controlable y cuan poco han hecho las administraciones para evitar que el redondeo siguiera su curso. En ello está. Disparándose día a día.

Vuelvo a decir que la alimentación se ha llevado la peor parte. No hace tanto, con mil pelas te traías a casa medio supermercado o medio mercado. A día de hoy sales con cincuenta euros y no tienes más que para habas contadas. Como no te hayas pertrechado con más billetes o lleves la tarjeta de crédito puedes correr el peligro de tener que dejar en la caja buena parte de lo elegido.

Luego está esa otra estafa o llamémosla fraude que consiste en pagar al agricultor por un kilo de cebollas dos céntimos y venderlo en el súper por cincuenta o más veces esta cantidad. Y como con las cebollas sucede con todo lo demás. Una vergüenza tan extendida que incluso llega a considerarse normal cuando no lo es. Alguien tiene que ejercer un mayor control y cortar estas y otras situaciones de igual calado que siempre perjudican al consumidor. Ya les vale.

Es curioso que el redondeo se aplicase sólo y exclusivamente a los precios. Hasta donde yo sé no conozco a nadie cuyo sueldo se redondease al alza con el euro. Y mucho menos los pensionistas. Con ellos se redondeó a la baja. Y ahí están los pobres míos, sufriendo las consecuencias. Bueno, si he de ser sincera sí conozco, no uno, si no varios casos en los que el redondeo al alza se aplicó al sueldo. Los cargos públicos. Los parlamentarios y cuantos chupan de la olla boba de la administración. Para esos y esas, el redondeo ha sido impresionante.

Los ciudadanos deberíamos ser un poco más exigentes. Si no hay redondeo para los sueldos bajos y medios que tampoco haya redondeo al alza para esos sueldos, algunos estratosféricos, que perciben los que nunca pierden y para los que todo son ventajas en hoteles, en transportes e incluso a la hora de tomar el aperitivo porque en el bar del Congreso todo es súper barato. Que mal para los de a pie, que bien para los que acuden a trabajar a gastos pagos aunque no tengan coche oficial.

No me extraña que el personal se rebele, con razón. Llevamos dieciséis años viendo qué han hecho con nuestro 'cafelito', con nuestro 'vermut', con nuestro kilo de patatas y hasta con el pan nuestro de cada día que ha mermado en calidad y cantidad, pero ha subido en céntimos de euro. De poco nos sirve protestar pero de menos nos sirve callarnos. Así que, por lo menos, no dejemos morir en el olvido ni la frustración ni el cabreo consiguiente.