Ha concluido la larga semana de Pasión que la práctica totalidad de España ha vivido, cada ciudad y cada pueblo, a su manera. Zamora, la capital, y cada vez más la provincia, no son ajenas a ese tiempo de conmemoración religiosa. Incluso la prensa internacional se hace eco de estos intensos días en nuestro país. Nuestro periódico, La Opinión de Zamora, se ha currado, como todos los años esta semana de diez días que concluía ayer con el júbilo de la resurrección de Cristo en lo religioso, porque en lo gastronómico, los zamoranos hemos permanecido fieles a la tradición de "Dos y pingada". Nuestra gastronomía, en otro plano, también constituye un atractivo para propios y extraños.

Las felicitaciones se han sucedido por doquier. Quienes un año más se han resistido son los ilustres representantes de la izquierda más y menos rancia. Sí, hombre, esos que se han escandalizado porque en todos los cuarteles de España luciera la bandera a media asta con motivo de la muerte de Cristo. Los mismos que se apresuran a felicitar a la cada vez más numerosa comunidad musulmana en España cuando llega el Ramadán. Oiga, que a mí me parece muy bien que se felicite a los hermanos musulmanes, pero ¿y a los hermanos cristianos? A nosotros que nos parta un rayo. Nosotros no contamos para esa gente que, a bote pronto, da la sensación que pretenden acabar con nuestras costumbres, nuestra cultura, nuestras tradiciones y lo más doloroso, nuestros valores. Y sin valores somos menos que nada.

A santo de qué tengo que abogar por la religión de un colectivo, por importante que sea el musulmán, que hace de y con las mujeres lo que todos sabemos, un colectivo que práctica la ablación del clítoris, un colectivo en el que las mujeres solo tienen deberes, nunca derechos, por mucho que algunas de las que habitan en Cataluña se envuelvan con la estelada, siempre por orden de sus maridos, claro, nunca por voluntad propia. A santo de qué tengo que aceptar sus tradiciones, su religión y sus costumbres que nada tienen que ver con la mía, y con las de la Europa de raíces cristianas que todos estos quieren extirpar. Hace falta se imbéciles. Y estos lo son en grado sumo.

A mí que Pablo Iglesias, Ramón Espinar, Alberto Garzón, la izquierda más rancia, más inmovilista y de pensamiento único con la que tenemos que apechugar feliciten a la numerosa comunidad musulmana que habita en España "desde un espíritu laico", francamente, me la trae al pairo. Nada espero de ellos. Pero que Pedro Sánchez, líder de los socialistas españoles, se preste a hacer lo mismo, llegado el Ramadán, con mensajes como "Un gran abrazo a toda la ciudadanía de confesión musulmana, en especial la española, en este mes (se refiere al Ramadán) de reflexión y solidaridad", me parece un escarnio. No ha tenido, a lo largo y ancho de la semana de pasión, ni una puñetera palabra de felicitación y apoyo en las redes hacia la comunidad católica que, mal que le pese, en España es mayoritaria.

A Sánchez ya le vale. A su gente, en las ciudades con más raigambre semanasantera, no le duelen prendas en salir de procesión, bien trajeados y a cara descubierta, tras el paso de un Cristo o una Virgen. Sánchez tiene que poner orden o simplemente ser más coherente. Espero que esa pésima estrategia política acabe por pasarles factura.