No me gusta la Semana Santa. Que nadie se mese los cabellos ni se cubra de ceniza, es una cuestión personal. No implica que me alegre porque se suspendan las procesiones, siento verdadera pena cada vez que alguna no hace su recorrido, al que no pensaba asistir. Me fascina la ilusión y la voluntad, también la Fe, porque no, de todas las personas que participan en la misma, que durante un año o más planean y anhelan el momento de salir por la ciudad con su hábito y con su imagen en la que los practicantes han depositado sus anhelos íntimos o compartidos en la esperanza de que se hagan realidad. También veo con "cariño" a los miles de personas que acuden estos días, muchos desde puntos lejanos, para contemplar el acontecimiento.

Por encima de nuestras creencias han de prevalecer las tradiciones, es lo que somos, el futuro no está escrito pero cuando lleguemos que no sea con las manos en los bolsillos y la cabeza vacía. A todos, lo siento mucho. La lluvia cae como una bendición para la vida, no desesperéis en vuestro maravilloso empeño, seguro que el año que viene lucirá el sol y la luna llena de la primavera.

F. Mario Santos