durante los últimos días Zamora y los zamoranos hemos vuelto a sacar pecho a cuenta de la Semana Santa. Aunque en esta ocasión el tiempo no haya sido nuestro mejor aliado, de nuevo se ha notado en el ambiente esa actitud de orgullo que sentimos la inmensa mayoría de los zamoranos cuando las calles están repletas de gente esperando tal o cual procesión, cuando vemos y escuchamos que los medios de comunicación de ámbito nacional o internacional nos incluyen en sus noticias, crónicas y reportajes o cuando nos cruzamos por las aceras con visitantes ilustres deseosos de conocer los entresijos de lo que estamos viviendo en las calles, plazas o callejones de la ciudad e incluso en otros rincones de la provincia. Dado que en estas tierras lo habitual es andar cabizbajos y despotricando contra lo mal que están las cosas, no está mal reflexionar sobre qué demonios deberíamos hacer para que no solo saquemos pecho durante estos días sino, si fuera posible, en todas las circunstancias.

Sacar pecho no solo significa adoptar una actitud de orgullo por tal o cual decisión o desafío, como hacemos en Semana Santa, sino que también puede implicar "actuar con decisión y valor ante una situación difícil". Esta segunda acepción es la que echo en falta en estas tierras cuando tenemos que enfrentarnos a los retos cotidianos de la vida cotidiana, que son similares a los que deben resolver en León, Navarra, Murcia, Madrid o Sevilla. Problemas relacionados con la gestión de los asuntos personales y colectivos, que es tanto como hablar de la capacidad para impulsar nuevas iniciativas de empleo, de dar respuesta a las necesidades de la población en materia de educación, sanidad o servicios sociales, de mejorar las infraestructuras de comunicación, de adaptarse a los retos y las oportunidades de un mercado global y, en definitiva, de crear las mejores condiciones posibles para que la calidad de vida y el bienestar de las personas mejoren. Estas son situaciones difíciles que conviene conocer y encarar con decisión, aquí y en la Conchinchina.

Pues bien, observo con preocupación que afrontar estos asuntos tan cotidianos con valentía, imaginación y decisión no suele ser lo más habitual entre nosotros. Aunque sea duro decirlo y escribirlo, no está entre nuestras fortalezas, como en otros territorios no tan lejanos. Porque si realmente nuestros métodos de actuación fueran similares, las reclamaciones, los llantos y los lamentos, que conocemos sobradamente y que no quiero repetir de nuevo, serían otros. Lo llamativo, sin embargo, es que mientras los zamoranos somos un buen ejemplo sobre cómo se puede sacar pecho durante la Semana Santa, donde el ritmo de la vida y el oxígeno que respiramos nos hacen irreconocibles, al mismo tiempo somos un buen espejo donde pueden mirarse aquellos cuya falta de decisión, pasividad o tibieza suelen ser las herramientas habituales para encarar los retos de la vida cotidiana. Por eso, ojalá pudiéramos sacar pecho siempre y no solamente durante la Semana Santa. Lo cual sería un síntoma de que tal vez las cosas estarían cambiando por fin en estas tierras.