Como título, vale. Como realidad no tanto. Para ser una ciudad pequeña, donde todos nos conocemos o eso se dice, en Zamora las drogas tienen una importante jurisdicción. Durante algún tiempo Zamora fue, en proporción con el número de habitantes, una de las ciudades con un mayor consumo de estupefacientes. La cosa no ha debido cambiar mucho al cabo de los años. Todos, desgraciadamente, conocemos casos que nos ponen los pelos de punta. Casos en los que siempre o casi siempre hay una madre coraje luchando por la vida de un hijo o una hija que corre el peligro de perderse por culpa de ese caballo desbocado.

Cuántas familias se han roto por culpa de las malditas drogas. Cuanta alienación en tantos jóvenes de futuro prometedor que quedó truncado a causa de la adicción que comenzó como una novedad, como algo pasajero y que acabó engulléndose literalmente la salud, la dignidad y la vida de tantos chicos y chicas que quedaron marcados para siempre, cuando no perecieron bajo los efectos de una dosis mortífera.

Por eso, bienvenidas una y mil redadas como la última que ha llevado a cabo la Policía con esa profesionalidad, esa eficacia y esa eficiencia que acreditan los hombres y mujeres del Cuerpo Nacional de Policía, de cualquiera de sus unidades que constituyen un ejemplo para el resto de policías europeas.

El pasado año se llevó a cabo otra redada con muy buen resultado. Se quitaron de en medio a un buen número de mercaderes de la muerte. Se les enchironó convenientemente y, ojalá, continúen en prisión muchos años más. Los que marque la ley. Una ley que debe ser consciente de que esa gente volverá a reincidir, Si no en su totalidad, sí en una buena parte. Y cuando digo lo que digo, es porque estoy bien informada al respecto y manejo estadísticas que me proporcionan. No se puede ni se debe hablar al tuntún como hacen algunos que con tal de masacrar por una razón de ideología o de manía persecutoria, vaya usted a saber, son capaces de negar que hay Dios en los cielos. A mí me la refanfinflan directamente.

En Zamora, desde el jueves, no se habla de otra cosa. De la impresionante redada. La gente está preocupada por la proliferación de camellos y por el aumento en el número de consumidores. De la importancia de la redada da fe el cardinal operativo antidroga llevado a cabo, los refuerzos y las movilizaciones que han sido de envergadura. Ya que quienes deben no pueden o no quieren hacer nada contra el botellón, -ese fenómeno extraordinario que hay que apoyar porque viene muy bien a nuestros jóvenes y porque resulta ser muy bueno para su salud mental y física- que por lo menos cierren buena parte de los chiringuitos de la droga que se abren por doquier. Chiringuitos particulares que sólo se abren cuando a ellos se llama con dinero en la mano y previo aviso.

Lo más doloroso es que, al parecer, entre los detenidos se encuentran dos menores. A esta gente que trafica con la salud, precisamente de los más jóvenes, cuántos de ellos menores, le importa un bledo a quien enredan en tan tupida maraña. Habrá quien defienda semejante mercado en pro de no sé qué libertad, de todo hay en la viña del Señor. Un poco más de empatía y de solidaridad con las familias de los afectados, seguro que les haría mejores personas.