En el año 1873 la situación política en España era compleja; la nación se debatía entre una monarquía incierta (Amadeo I) y una república efímera que duró desde febrero de 1873 hasta diciembre de 1874. Entre monarquía y república estaba de por medio el Pretendiente de la dinastía carlista, que se autoproclamó Carlos VII y desencadenó la Tercera Guerra Carlista desde 1872 hasta 1876.

Al margen de lo que cuenta la historia sobre aquel conflicto bélico que, aunque afectó a toda España, tuvo como escenarios las provincias Vascongadas, Navarra, Maestrazgo y Cataluña, he podido conocer un comentario que da a entender lo decepcionante de las ambiciones de poder de quienes no tienen respaldo suficiente para sus propósitos.

En marzo de 1898, veinticinco años después de aquellos combates, se hacía público el manifiesto de un zamorano que se vio involucrado en aquella fracasada Guerra Carlista. Decía así:

"Hace veinticinco años que una porción de infelices fuimos engañados por personas de esta población que figuraban ser jefes del partido carlista bajo la farsa de defender la bandera de Don Carlos (Dios, Patria y Rey). Nos sacaron de esta población ofreciéndonos montes y morenas y por caminos extraviados llegamos al Puente de la estrella; desde aquel punto nos dirigieron para darnos armas y racionarnos a los montes inmediatos, donde hubo de todo, menos de comer.

Los dineros que se habían reunido para aquella añagaza de alzamiento carlista, no le vinieron mal a algunos, que desde la capital no hicieron otra cosa que dar órdenes. Yo saqué de aquella campaña una boina vieja y un fusil roto, que tiré al río en las primeras de cambio, pues los jefes que nos ofrecieron esperar en La Picota, a los primeros carabineros que asomaron echaron a correr y hasta la fecha no he vuelto a saber nada de ellos.

No cito nombres de personas, porque tendría que nombrar a alguien que nos arengaba en el monte y hacía funciones que eran bien distintas de las que su ministerio le imponía, si bien fue el primero que puso pies en polvorosa al tener noticia de la presencia de tropas leales.

En fin, aquello fue una farsa en la que nos comprometimos una porción de infelices, que teníamos de carcas lo que de moros, y como sucede siempre, con nuestra bobada se justificaron los cuartos que alguno disfrutó tranquilamente. Nosotros a las setenta horas estábamos otra vez en casa, después de tirar las armas al río.

Creo que esto es digno de publicarse, porque conviene que se sepa que no nos hemos olvidado de la célebre fecha los que por incautos hicimos aquella payasada."

Restaurada la monarquía borbónica en 1874 con Alfonso XII, el pretendiente carlista todavía continuó guerreando hasta el 28 de febrero de 1876, fecha en que fue forzado a cruzar la frontera Carlos María de Borbón y Austria, auto titulado "Duque de Madrid".

Aun hubo en esta tierra gentes que se fueron a combatir en el Norte, unos a favor y otros en contra de la causa carlista, y los que sobrevivieron fueron recibidos a su regreso con festejos y alegrías por haberse restituido la paz.