Ya sé que el uso del término desolado se suele utilizar para representar un lugar físico que está arruinado, yermo, vacío o sin vida, como por ejemplo una buena parte de nuestra Comunidad de Castilla y León; en este caso por múltiples acontecimientos históricos, que se han ido agravando por la ausencia de políticas serias y responsables que hayan sido capaces de brindar soluciones y respondan a los problemas que han dado lugar a esta persistente realidad. Hay que arrancar con el compromiso y urgencia que exige este grave problema y tratar a fondo esta situación, quizá uno de los más arduos y difíciles, y que sin ninguna duda impiden un desarrollo lógico, deseable, justo y necesario de nuestra Comunidad.

Hoy me interesa reflexionar sobre la desolación política y social, que también representa el estar afligido, descorazonado, atormentado, apenado y entristecido en relación con el paisaje político de nuestro País. Y es que una buena parte de los ciudadanos españoles están sufriendo ante la sensación de vacío y en ocasiones hundimiento por la ausencia de expectativas y de iniciativas que se traduzcan en compromisos, actuaciones y soluciones gubernamentales, que hagan posible frenar un clima general de desconsuelo.

Una muestra de la insolvencia de los responsables políticos que nos gobiernan es, la incapacidad para cumplir uno de los mandatos constitucionales obligados democráticamente, como es la presentación en las Cortes de los Presupuestos Generales del Estado en el plazo que se corresponde. Esta situación está provocando incertidumbres para la economía; más bien se está produciendo una sensación de parálisis, y más si se tiene en cuenta que no se aprovecha una situación económica internacionalmente propicia desde el punto de vista de crecimiento económico.

Otra de las situaciones que tienen preocupados a la inmensa mayoría de los españoles, son la inseguridad y falta de proyecto para el presente y para el futuro de las pensiones. Tanto para los actuales jubilados y pensionistas, como para los de futuras generaciones, a los que se les pronostica que están condenados a retroceder en relación a los avances sociales y económicos. Con este modelo económico y social los hijos están penados a vivir en peores condiciones que sus padres. Es necesario recordar que el 43% de los pensionistas perciben asignaciones por debajo del Salario Mínimo Interprofesional.

En la situación de las mujeres mucho peor; como se conoce cobran un 13% menos por trabajos similares a los hombres, y porque están sufriendo una doble discriminación, como consecuencia de la brecha salarial acumulada durante su actividad profesional al estar sufriendo mayor impacto de la crisis, más dificultades para conciliar, menor tasa de actividad (es decir más paro) y menores ingresos etc.

Deseo desde estas palabras, solidarizarme y animar a todas las mujeres y también a los hombres, en la larga y dura lucha para conseguir el empeño de muchas pioneras por la igualdad. ¡Animo¡.

Las pensiones corren peligro cuando salvaguardan, con cierta dignidad, las necesidades básicas de las familias, precisamente cuando más lo necesitan; todo ello, como dice un buen amigo, por cierta cobardía y también por la desidia temeraria del actual Gobierno. Este Gobierno y el partido que lo sustenta, es decir el Partido Popular, - que además de no saber administrar la llamada hucha que tomó (eso si que fue la herencia recibida) engrandecida por las cotizaciones de los actuales pensionistas - a pesar de estar en minoría, se muestra como si ostentara la mayoría cualificada, insensible a los otros partido, pero también desoyendo a los ciudadanos. Por otro lado, para mayor incongruencia, el partido de Ciudadanos, como socio de legislatura, unas veces presume de desbloquear lo que antes, también se jactaba de haber bloqueado.

No soy propenso a manifestar con aptitudes alarmistas mis opiniones políticas, por eso con la mayor serenidad, es necesario recuperar la política que evite el divorcio con la realidad social. Lo que hace necesario, como manifiesta el filósofo y académico Emilio Lledó en su escrito : "Pandemia y otras plagas", cuando se refiere: "al deterioro de los cerebros y los comportamientos y califica a la corrupción y la mentira política, la partidocracia, el amiguismo, el deterioro de la educación y la sanidad pública, la sanidad y la desvergüenza de buena parte del capitalismo financiero e inmobiliario, el independentismo identitario y la estupidización colectiva que lleva a cabo (digo yo) algunos medios de comunicación".

Por eso cuando hablo de desolación, me estoy refiriendo a la desconfianza en las instituciones, la degradación de la política que se está produciendo y que cada vez es mas perceptible. Si a esto se une la corrupción que los medios de comunicación nos recuerdan en sus crónicas diarias, con mayor o menor acierto, no es de extrañar que el desencanto haga mella en los ciudadanos y como consecuencia sea el caldo de cultivo del populismo y (véase Italia) comience a ser protagonista en España.