Yo creo que todos los españoles seguimos conmocionados con la noticia de la muerte de Gabriel Cruz. Después de doce días de búsqueda, el cuerpo inerte de "Pescadito" era hallado por la Guardia Civil en el maletero del coche de su presunta asesina. Desnudito, envuelto en una manta que ya no le proporcionaba calor, simplemente le servía como mortaja. Conocer los detalles de la muerte del niño nos ha horrorizado también a todos. Es el comentario unánime en toda España.

Como es unánime la admiración que despierta Patricia Ramírez, la madre del pequeño. Que gran mujer. Que gran lección de vida nos ha dado a todos. Qué entereza la suya. Con esa carita de Dolorosa nos ha conmovido a chicos y grandes, a hombres y a mujeres, a madres y a las que no lo son. Una madre coraje, que lanzaba mensajes de esperanza en sus apariciones públicas con un único fin, "poder ablandarla y que se viniera abajo". Porque la madre conocía la identidad de la secuestradora. Lo mismo, si se venía abajo, dejaba al pequeño en libertad. Sólo que el cuerpo de Gabriel ha hablado, el niño murió el mismo día de su desaparición, estrangulado. ¡Qué horror!

Todos esperamos que se haga justicia. Todos esperamos que la Justicia caiga con todo su peso sobre esa mujer que ha demostrado una crueldad infinita, dueña de un pasado bajo sospecha, dicen que una asesina en serie que no puede ni debe salir de la cárcel a la primera revisión de su condena y con la ayuda de un informe psicológico que casi siempre está equivocado. Son tantos los ejemplos que pueden ponerse. No sé si lo que le espera a esa mujer se llama prisión permanente revisable o es otra solución más dura o puede que más blanda. Lo que sí sé es que, ni en siete, ni en diecisiete, ni en veintisiete años está mujer debe abandonar la prisión, el riesgo de volver a reincidir es elevado. Hasta ahora se había librado pero hay fundadas sospechas de que Gabriel no es su primera ni su única víctima.

Ni la fiera más salvaje es capaz de cometer una vileza semejante. Esta mujer es un mal llamado ser humano. Ha matado al hijo del hombre al que decía amar, al hijo del hombre que se había convertido en su pareja, al hijo del hombre que le había dado su amor y su confianza. No quería compartir a su hombre con Gabriel, "Pescadito", el niño cuya sonrisa y cuya mirada espabilada y viva ha quedado eternizada para siempre en las imágenes que permanecen en nuestra memoria. ¡Mi niño! Qué final más terrible para una vida que empezaba a vivir. Hay que castigar con dureza tanta crueldad.

La de Gabriel y la carita de Dolorosa de su madre, quedarán miniadas en nuestra retina por mucho tiempo. Como quedará en nuestro ánimo el temple de Patricia. La Guardia Civil la había puesto sobre aviso y tuvo la entereza necesaria para no descubrirse, ni descubrir el magnífico trabajo de los agentes que ha dado resultado, aunque no haya sido el apetecido. Todos hubiéramos querido que el niño apareciera vivo. Esta vez tampoco ha podido ser. Como cuando los hermanitos Bretón y Mari Luz y otros dos mil y pico chavalitos más. A Pescadito le cortaron las aletas pero le dieron alas para volar al cielo hacia donde ahora dirige su mirada amorosa una carita de Dolorosa.