El asesinato de Gabriel Cruz "Pescadito", ha servido para recrudecer el debate sobre la prisión permanente revisable. En breve, las fuerzas políticas tendrán que votar definitivamente en el Congreso de los Diputados la derogación, sí o no, de esta pena introducida en el Código Penal en 2015 y que se encuentra recurrida ante el Tribunal Constitucional. Ignoro qué pasará. Los políticos tienen que ser muy cuidadosos. Escuchando a los portavoces de algunas formaciones políticas se tiene la sensación de que viven más preocupados por los asesinos que por sus víctimas. Y eso es insostenible e insoportable. Lo escribo pensando, sobre todo, en los padres de Marta del Castillo, de "Pescadito", de Diana Quer, de Mari Luz Cortés, de Yeremi, de tantos y tantos otros y en la familia de Paz Fernández Borrego, una de las tres desaparecidas en Asturias y cuyo cuerpo fue encontrado con evidentes signos de violencia, es más, se confirmó que tuvo una muerte espantosa. Las autopsias es lo que tienen, lo cuentan todo, a veces hasta el más mínimo detalle.

No puede ser que "El Chicle", asesino de Diana Quer, en una carta enviada a sus padres se jacte de su condena: "En siete años estaría fuera de la cárcel". Ni en setenta. No creo que los jueces españoles valoren en tan poco las vidas que arrebatan estos asesinos. Ana Julia Quezada, autora o presunta autora de la muerte de Gabriel Cruz, no puede cumplir una condena nimia después de haberle quitado la vida a este pequeñín al que hemos buscado con el pensamiento y con el corazón todos los españoles y por el que hemos llorado todos los españoles una vez conocido el desenlace.

Me importa un bledo que esta mujer sea de otro color y de otra nacionalidad, lo que me importa es que con una frialdad espantosa le ha arrebatado la vida a un pequeño de ocho años. El Chicle es hombre y blanco y somos legión los españoles que queremos verle de por vida en la cárcel.

Aquí, los que han llegado con ganas de instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista son los de Podemos. Y eso es fascismo. La prisión permanente revisable no es una cadena perpetua como, para defender su derogación, pretende la izquierda a la que no ha dudado en sumarse Ciudadanos. Pero tampoco garantiza la salida de la cárcel con una condena irrisoria sobre todo cuando hay de por medio delitos de sangre. Gabriel, Marta, Diana, Mari Luz, Yeremi se merecen una respuesta contundente por parte del Legislativo y el Judicial. Quién sabe si hoy por ellos y puede que mañana por nosotros.