Albert Rivera e Inés Arrimadas -Ciudadanos es ellos y poco más- han hecho lo más difícil. Primero condicionaron con sus acuerdos, entre otros, los gobiernos de Andalucía y de Madrid y ahora han ganado las elecciones en Cataluña tras décadas de hegemonía nacionalista. Han hecho lo más difícil y ahora les queda lo más difícil también: no morir de éxito.

Y para no morir de éxito, en todo, pero fundamentalmente en política, hay que estar muy pegado a la realidad y tener la suficiente perspectiva para "verlas venir".

Aparte de la falta de experiencia y de la escasa implantación en amplias zonas de España, se trata de un partido sin ideas y excesivamente frívolo en sus planteamientos políticos y programáticos que suelen ser recetas de "hoy para mañana".

No toda España es Cataluña y son muchas las regiones alejadas de las ofertas de 'usar y tirar' que suele hacer Rivera. Rivera es un líder para 'estar con él un rato' y que resulte agradable, "voy a votar a ese guapillo", decía mi madre, pero la incógnita está en saber si es el hombre político que quieren los españoles para La Moncloa.

Imponer aspectos de sus programas en un par de autonomías no es gobernar y Ciudadanos lo ha vivido recientemente en sus propias carnes en Cataluña donde, los independentistas, le han privado hasta de la presidencia del Parlamento a pesar de haber ganado las elecciones.

Pedro García