Hay que acabar, con todos los instrumentos legales al alcance, con la violencia que se perpetra contra las mujeres. Afortunadamente todos nos ocupamos de hacerla visible, de denunciarla. Pero hay otros tipos de violencia silenciosa de las que apenas se habla, a las que apenas se presta atención. Hablo de la violencia que se ejerce contra la infancia y contra los ancianos. Últimamente, los niños maltratados empiezan a tener cierta visibilidad en los medios de comunicación, pero no así los ancianos. Ambos son los colectivos más vulnerables, los colectivos que están saliendo peor parados en todos los estudios que sobre ellos se realizan.

No hay derecho a que se haga con nuestros mayores lo que la crónica negra nos cuenta. Unas veces en el seno del hogar y otras muchas en el seno de las residencias de ancianos donde el maltrato consiste en la desatención sistemática, en el ninguneo, sobre todo cuando se es dependiente. Pobrecicos míos, aquellos que dependen del cuidado de terceros tanto en estados de invalidez física como de demencia senil. Y se está cometiendo un gravísimo error, político, social, institucional y familiar. Vivimos en una sociedad cada vez más envejecida. La Organización Mundial de la Salud calcula que para 2050 habrá cerca de dos mil millones de mayores de sesenta años en el mundo, es decir, más del doble de los aproximadamente 900 millones actuales.

¿Qué harán entonces con ellos? ¿Lo que hemos leído en tantas novelas y visto en tantas películas de ciencia ficción? ¿Nos espera un futuro postapocalíptico en el que el control de la población pasa por eliminar a los ancianos? Ya lo vienen haciendo algunos ángeles de la muerte. Ya lo vienen experimentando verdaderos asesinos en serie que se creen dueños de la vida de las gentes de edad. Lo hemos leído tantas veces en la crónica de sucesos que ya no nos resulta tan ajeno.

Me parece tremendo que más del 7% de los ancianos sufran maltrato en España. Posiblemente el porcentaje sea mayor. No se sabe a ciencia cierta porque este colectivo en realidad indefenso apenas denuncia unos hechos que suelen acabar archivados, que no tienen el castigo que corresponde a quien levanta la mano a un anciano. No hay una legislación específica que proteja a las personas mayores. Tampoco existe un teléfono que se pueda levantar para denunciar de inmediato el suceso. La situación de vulnerabilidad en la que viven buena parte de los ancianos debe hacernos reflexionar. Los señores y señoras que nos representan en las Cortes españolas y Autonómicas, en lugar de estar todo el santo día a la greña con los de enfrente, en lugar de entretenerse en gilipolleces, deberían dedicar su tiempo y su trabajo a nuestros mayores. No se les ve un puñetero detalle. Van a lo que van y a los ancianos que les den.

Espero de corazón que se informen y sepan de una vez por todas que un porcentaje importante de nuestros mayores ha sufrido y sufre en lo cotidiano algún tipo de abuso, ya sea por privación, maltrato psicológico y verbal, económico, físico e incluso sexual, sí, sexual. A ver si se enteran y ponen remedio. Multas y cárcel para los que maltratan a un animal de cuatro patas. Y carta blanca para los animales de dos patas que maltratan a nuestros mayores. Vivir para ver. Así, no merece la pena.