Según datos oficiales del INE, prácticamente la totalidad de las provincias de Castilla y León están en el ranking de las catorce más despobladas de España (Zamora y Soria como líderes de la despoblación). Más del 85% de nuestros municipios están en riesgo de extinción porque tienen ya menos de mil habitantes y sus censos siguen en caída libre.

Añadamos a esto que el 23,7% de la población de Castilla y León está en riesgo de pobreza y exclusión social. El paro aún nos sacude con fuerza y hay más desempleo y peores sueldos y trabajos que en 2008. Así es que en nuestra comunidad autónoma se ha consolidado la figura del trabajador pobre y así es imposible fomentar el consumo. Y el futuro es más que preocupante con los índices de natalidad muy bajos y con una media muy alta de personas mayores, con envejecimiento. Incluso las pensiones futuras peligran más en nuestras provincias que en otras. Parece que estamos dejados de la mano de Dios.

Y ante esta sangría, que atribuyen los sociólogos a la reducción de la tasa de natalidad, muy inferior a la de mortalidad, y a la creciente emigración, son los factores determinantes de que nuestros pueblos pierdan población. Existen muchos pueblos que no cuentan ya con habitantes, y los demás van notando como las viviendas se quedan vacías o se convierten en casas rurales, que se ocupan solamente en fechas vacacionales o en fines de semana.

Pero si escuchamos a los políticos en entrevistas mediáticas y en los parlamentos, ninguno aporta alguna medida convincente y eficaz de cómo afrontar esta tragedia: nadie ofrece alternativas. La salida más recurrente es que el personal vuelva al pueblo, ¿con qué equipaje? En tiempos de la repoblación de Castilla y Léon y Extremadura en Edad Media (Alfonso IX), vinieron gentes de fuera (cruzados gascones y soldados de otras regiones), a los que se les dio casa, hacienda, yuntas, aperos y exenciones tributarias. O lo hacen de forma utópica, como ahora predican a bombo y platillo, los "experimentados" políticos de Cs con un innombrable plan estratégico de empleo y freno a la despoblación.

Muchos municipios castellano leoneses no tienen apenas tiendas, ni médicos, ni bancos, ni colegios, para los escasos niños de las familias que han decidido quedarse en el pueblo. O a lo peor, ya no tienen niños. Eso sí, abunda mucho el paro, el juvenil sobre todo, la pobreza y la desigualdad. Y a veces, hasta algunos alcaldes y concejales tienen que emigrar ante la imposibilidad de ganarse la vida en sus pueblos.

Y con todo esto, no se le ocurre, nada más y nada menos, al rey Felipe VI regalar a su hija (con imposición real y boato televisivo mediático, y en palacio) un toisón de oro como emblema del futuro que le espera a la actual infanta, heredera de la Corona de España. A parte de ser un acto ridículo y arcaico, muy anacrónico, vete tú a saber dentro de 40 años o así, si esta infanta Leonor será reina de España, o simplemente, una ciudadana de una república democrática.

Pero a los millones de españoles, que viven en las zonas despobladas y en las barriadas de las grandes urbes con familias desestructuradas y empobrecidas, que apenas pueden llevar un mendrugo de pan a la mesa, no lo ven como un cuento de hadas, sino como una ignominia a los derechos fundamentales e incumplimiento constitucional. Y también están esas imágenes desde el salón del Palacio Real, y desde el comedor real, lujosos a más no poder, despampanantes, mientras muchas familias apenas pueden pagar -o no las tienen- la luz y la calefacción, para cenar y descansar en habitaciones desconchadas y lúgubres.

Suena a rancio populismo, pero es más verdad que nada: "Mientras uno de cada tres niños están en riesgo de pobreza en España, el rey le entrega a su hija Leonor el Toisón de Oro, valorado en 50.000 euros y pagado por los impuestos de todos los ciudadanos ¿Esto es la monarquía de todos los españoles?"

¿Se puede heredar la Jefatura de un Estado Democrático como si fuese una finca? ¿Es compatible esta herencia con la igualdad que establece el artículo XIV de la Constitución? ¿No dice también el artículo II que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado? ¿Qué es eso de "monarquía parlamentaria", si a la Monarquía no la elije el Parlamento ni está sometida democráticamente a él?

En Castilla y León seguimos perdiendo población a borbotones. Y mientras, Juan Vicente Herrera, el actual presidente de la Junta, y el alcalde salmantino Fernández Mañueco, a la vez presidente regional del PP y claro aspirante -fijo- a sustituir a Juanvi Herrera en la presidencia de la Junta, andan liados en campaña en haciéndos fotos en las capitales (barrios) y provincias (municipios despoblados), prometiendo el oro y el moro, como siempre.

Pero, sobre todo el también regidor salmantino tan solo se preocupa de promocionarse como futuro sucesor de Herrera en la presidencia de la Junta . Eso sí, Mañueco, insistimos, presidente del PP castellanoleonés, se hace continuamente fotos, pavoneándose de haber firmado varios convenios con sus amiguetes, con subvenciones y donaciones sin control, o promesas fantasmas en empleos a jóvenes y en I+D+i. Y claro, ahora Fernández Mañueco no tiene tiempo para esas minucias.

En nuestra comunidad de C y L, donde uno de cada cuatro habitantes es pensionista, es vital contarrestar la despoblación, la dispersión territorial y envejecimiento, con políticas de empleo de calidad, salarios dignos, para así fijar población. Apoyar el emprendimiento, dando más oportunidades, y estimularlo con financiación y recursos (la UE, el Gobierno y la Junta). Mejorar los efectos de la agricultura en el cambio climático, y el patrimonio cultural, turístico y gastronómico. Emprendimiento de mujeres y jóvenes como ejes sobre los que pivotan la modernización (industrias de innovación) y la diversificación rural. Dotarles de una red de Internet adecuada y eficaz.

Y todo ello, unido con una rebaja de impuestos a sociedades, empresas y autónomos que se establezcan en el ámbito rural.