Somos un país aficionado a enredar la polémica en asuntos de menor interés. Ahora, por ejemplo, se discute apasionadamente sobre una nueva propuesta de letra para el himno español que la cantante coruñesa Marta Sánchez ha estrenado como remate de un concierto en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. La iniciativa fue saludada con entusiasmo por un amplio sector del españolismo político y mediático y hasta hubo quien (como el eurodiputado valenciano del PP Esteban González Pons) se manifestó partidario no solo de reconocer inmediatamente la letra como oficial sino que también su autora la cantase "a capela" en la final de la Copa del Rey que se celebrará el 21 de abril en el estadio Wanda-Metropolitano. Según el señor Pons, el espectáculo del patriotismo expresado al máximo de decibelios y con la mano en el corazón (como en las finales de la Super Bowl y de la NBA norteamericanas) sería grandioso. Y, sobre todo, nos permitiría erradicar ese complejo de nación de himno con música pero sin letra que arrastramos desde hace siglos.

Respeto su entusiasmo pero no auguro nada bueno si la idea llegara a cuajar. Desde hace años, la final de la copa del Rey, especialmente si la juegan equipos vascos y catalanes, es un pretexto para dedicarle una pitada monumental al monarca y al himno. Una costumbre, un poco maleducada, que ya se ha hecho tradición, y que en este caso está plenamente garantizada ya que uno de los finalistas es el Barcelona. Y dudo mucho que en medio de semejante tumulto pudiera oírse la voz de Marta Sánchez. Las letras cantadas "a capela" requieren de la complicidad de un silencio respetuoso.

La polémica está servida y los partidos políticos han metido baza. El PP, con don Mariano Rajoy a la cabeza, apoya con entusiasmo la iniciativa. Y lo mismo hace Ciudadanos, donde la señora Arrimadas reivindica un "patriotismo civil sin complejos" dando a entender que en España el patriotismo ha sido monopolizado exclusivamente por los militares. PSOE y Podemos, sin dejar de alabar la calidad vocal de la cantante, se oponen con el argumento de que el patriotismo no se expresa con letras, con músicas y con banderas sino con buenos servicios públicos para la ciudadanía.

No obstante la división de opiniones, Marta Sánchez se mostró orgullosa de que su iniciativa no haya pasado desapercibida y quiso explicar que la inspiración de la letra surgió durante una larga temporada que pasó en Miami alejada de la patria. Un potente sentimiento de orfandad que nos trae a la memoria la legendaria canción "En tierra extraña" de la inmortal Concha Piquer. Aquella que dice: "Fue en Nueva York/ una noche buena/ que yo preparé una cena/ p'a invitar a mis paisanos/ y en la reunión/ toda de españoles/ entre vivas y entre oles/ por España se brindó". Coincidencias y sentimientos aparte, dejemos la cuestión de la letra del himno para otra ocasión ya que desde antiguo todos los intentos de llenar ese vacío han fracasado. Lo más curioso es que todas las comunidades autónomas tengan el suyo con letra y música ( "Els Segadors", "Os Pinos", "Asturias patria querida", etc.) y falte el del Estado.